En las duchas

¿Por qué cuando los tíos cuando nos imaginamos las duchas de mujeres de los gimnasios nos parece que tienen que ser como un vídeo del Playboy y cuando estamos nosotros en ellas -bueno, en las de hombres- nos parecen más como las duchas de la carcel?

Hoy me la voy a jugar: voy a hablar de las duchas para tíos. Porque es posiblemente uno de los sitios donde más incómodo se encuentra un tío, más aun que teniendo que preguntar por una dirección, mucho más que poniendo una lavadora, o más que comprando lencería para la novia.

Aunque seguramente no tanto como en uno de esos momentos 'tejurocariñoqueeslaprimeravezquemepasaesto', pero esto no lo se, claro, porque no hay testimonios de que eso le haya pasado nunca a un hombre, solo hay testimonios de mujeres y ésos pueden no ser fiables.

Porque el hombre, que es un ser sociable por naturaleza, aunque con tendencia a ser antipático, se encuentra de repente metido en una situación que es muy parecida a de encontrarte con un vecino en un ascensor, solo que en bolas y con una pastilla de jabón en la mano. Que si ya no sabes de que hablar normalmente con tus vecinos, imagínate así. A mi lo único que me viene a la cabeza es '¿te froto la espalda?'. Y claro, no apetece, porque normalmente tampoco tienes tanta confianza con ellos.

Y además tienes que frotarte a tí. Porque claro, lo de estar en bolas delante de otros tíos es incómodo, pero si además te tienes que tocar, ya empieza a parecer una escena sucia de una peli de Almodóvar. Que ahí se te plantea una duda: ¿paso rápido por todas partes y quedo como un guarro, o me pongo ahí a frotarme bien en las partes principales... y quedo como un guarro?

Así que lo que hacemos es fingir que estamos solos y tratar de interactuar lo menos posible los unos con los otros. Que yo creo que si uno se pone a gritar '¡Dios mío, me ha crecido otro pene!' es que los demás ni lo miran.


Pues ayer al tío que se estaba duchando a mi lado se le acabó el jabón. Y lo último que quieres en una situación así es entablar una conversación con el de al lado, pero yo es que soy de natural amable.

Yo escuchaba como trataba de exprimir el bote de gel -sabes ese ruidito fush, fush?- y a mí, que tenía una botella nueva, me estaba dando penita. Así que se me ocurrió decirle 'Si quieres te puedo dar'.

Vale que quizás no sea lo mejor que le puedes decir a alguien cuando estás desnudo y detrás de él, pero yo lo dije con buena intención. El caso es que no sé lo que entendió él, pero con la mirada que me echó, ya daba a entender que se podía apañar solo.

Pues muy bien, tío, la próxima vez te tiro una pastilla de jabón al suelo y si quieres la coges.


No espera... eso va a ser peor.