lunes, 25 de mayo de 2015

¿Y ahora, qué?

En primer lugar, quiero aclarar que yo fui uno de los ilusionados por el 15M. Y me enfrenté con mucha incomprensión de mi entorno por ello. Eran esos que decían "si quieren algo, que se presenten a las elecciones".

Yo siempre mantuve que el 15M (los también llamados "antisistema", como si el derecho manifestarse en contra de algo no fuera tan antiguo como la propia democracia, o incluso anterior) no eran -ni debían ser- un partido político. Eran una fuerza que aglutinaba el descontento de un montón de gente, de todos los colores y sabores distintos, y que su papel empezaba y terminaba en manifestar su descontento. Que era el obligación de otros (los políticos) decidir si recogían o no ese descontento popular o -como me temía que sucedería- aparecían nuevas formaciones oportunistas dispuestas a adueñarse de él.

Desde el primer momento miré a Podemos con suspicacia. Temía que fueran un grupo de aprovechados que habían decidido sacar ventaja del descontento popular. Y sin embargo, ahí radicaba su gran virtud. Es decir, por su propio origen, tenían que ser más limpios que el resto, precisamente para justificar su diferencia.

En seguida resultó obvio que los medios generalistas y los partidos tradicionales les iban a combatir con toda su artillería, y eso me hizo respetarlos aún más. Alguien a quien se ataca tanto, y con tanta intensidad, tiene que ser peligroso para el establishment, pensaba. Cada vez que al hablar de Podemos alguien sacaba a colación Venezuela, me reafirmaba más en mi apoyo. Quiero decir, yo no sé si esta gente son o no la solución de nada, pero sé positivamente que los partidos mayoritarios no lo son ¿Por qué no probar otra cosa?

Ha habido cosas durante la campaña que me han molestado en Podemos y que seguramente yo hubiera hecho de otro modo, pero resulta que el resto de partidos me molestan mucho más. Esa continua insistencia del PP de "cuidado a quién votáis porque vuestro voto puede acabar en el PSOE" me ha resultado odiosa ¿No ha pactado el PP con quién ha querido cuando lo ha necesitado? Es más ¿No esperaba el PP poder apoyarse en Ciudadanos para compensar su propio declive?

He llegado a discutir por facebook con gente que apenas conozco (amigos de amigos) porque decían que si ganaba Podemos España se convertiría en Venezuela. En serio, me parece alucinante que un montón de gente siga votando al PP porque prefieren que les manejen unos mangantes antes que dejar que el gobierno cambie de manos. ¿En serio alguien piensa que la intención de Podemos es convertir España en una república bananera? Es más ¿No es eso lo que ha estado haciendo el PP?

El reciente aniversario del 15M reflexioné sobre lo que había logrado el movimiento. Había logrado que el PP nos pusiera una mordaza en la boca, que no nos dejaran manifestarnos, ni protestar, ni grabar imágenes de policías (no sea que les pillemos haciendo bien su trabajo). No solo eso, sino que a la estela de Podemos había aumentado en intención de voto un nuevo partido, Ciudadanos. Uno de esos partidos que parecen jugar a marear a la gente para que no sepan a lo que votan, pero que poco a poco fue apareciendo como una marca blanca del PP, más que otra cosa. Y vale, se puede acusar a Podemos de no decir claramente que es izquierda (yo estuve en el 15M y no creo que a ese movimiento se le pudiera llamar de izquierdas; lo que sí que era es popular) pero todo el mundo sabe que muchas de las cosas que defiende son tradicionales de la izquierda. Es cierto que Ciudadanos hace lo mismo en cierto modo, defender muchas cosas que tradicionalmente son de derechas. Quizás la culpa sea del votante medio por no informarse mejor de lo que vota.

En este estado de cosas, debo decir que no era muy optimista de cara a las elecciones. La intención de voto parecía seguir favoreciendo al PP. La subida de Ciudadanos era meteórica y parecía claro que iban a ser la ayuda del partido del gobierno en el caso de que no les llegaran los votos. Incluso la crispación de la campaña hizo que Pablo Iglesias abandonara el tono sereno y dialogante que me había gustado tanto (alguien capaz de ganar cualquier debate con argumentos en lugar de no dejando hablar) en favor de uno más populista, más propio de los mítines (es cierto que quizás quedarse sin Monedero, su mano derecha, le había obligado a realizar él mismo el papel de poli malo).

Al final de la campaña mi opinión era que al final, Ciudadanos era el nuevo PP y Podemos el nuevo PSOE. Y esto no dejaba de ser el mismo perro con un nuevo collar. Es cierto que las dos nuevas formaciones no deberían pactar con las anteriores si, como dicen, su intención es cambiar las cosas y acabar con el bipartidismo. Está todavía por ver lo que pase.

Es cierto que los resultados electorales me parecen esperanzadores. El PP ha perdido una cantidad inmensa de votos. Todavía les quedan, obviamente, pero la sangría ha sido espectacular. En un escenario anterior a la entrada de nuevos partidos, el país entero hubiera cambiado de color completamente. Pero esto es todavía mejor, porque ahora mismo, no es posible decir quién va a gobernar en ningún sitio. Y eso me parece muy hermoso.

Y mi pregunta ¿Y ahora, qué?

Sí, porque ya hemos visto en Andalucía que todas las formaciones huían de pactar con el PSOE como de la peste por no verse perjudicadas por ello. Izquierda Unida pactó con el PP en Extremadura (he estado a punto de escribir "contra el PSOE", lo que quizás es mucho más preciso) y esto le ha pasado factura. ¿Qué podemos esperar ahora de las nuevas formaciones?

A mí francamente me gustaría que ni Ciudadanos ni Podemos pactaran. Está claro que entre ellos no hay pacto posible (no pueden estar más lejos ideológicamente) pero a ambos les une en teoría un deseo de cambio y unas aspiraciones que acaban en la Moncloa ¿Para qué voy a votar a Podemos si, -como decía el PP- mi voto va a permitir que gobierne el PSOE? Del mismo modo, alguien que vote a Ciudadanos no debería alegrarse de ver que su voto sirve para perpetuar el nefasto gobierno del PP.

Francamente, me importa un comino quitar ahora mismo al PP de la alcaldía de Madrid, Barcelona o Valencia en base a pactos de gobierno. Otra cosa distinta sería legislaturas en las que haya que debatir. Porque hemos perdido eso, y si hay algo que debería ser la política, es debatir, negociar, llegar a puntos de acuerdo. Y que no sean simplemente "si tu partido me apoya, te doy una cartera ministerial". Debería ser más bien "voto esta ley si eliminas este artículo o lo redactas de esta forma para que sea más del gusto de mi electorado".

Una de las cosas más vergonzosas que ha visto este país en tiempo es que el PP no cumpliera ni uno de los puntos en los que basaba su programa (y mira que era difícil encontrar estos puntos, porque Rajoy basó su campaña en decir todo el tiempo "haremos lo que haya que hacer" o "no es mi intención hacer esto" cuando se le preguntaba). Especialmente sangrante el fiasco la reforma de la ley de aborto. Algo que realmente tenían en su programa (es cierto que en la calle no se entendía una vuelta atrás de tal calado en los derechos de la mujer, que sólo podía contentar a un electorado más a la derecha del PP que realmente no podía dejar de votarle por miedo a perder el voto útil -no hay una alternativa de voto más a la derecha con posibilidad real de alcanzar el gobierno) fue hecho de una manera desastrosa hasta tal punto que acabó (quien sabe si para siempre) con la carrera política de Gallardón.

Es decir, tenemos un partido en el gobierno que no ha hecho nada de lo que decía que iba a hacer (no subir los impuestos, crear empleo, sacarnos de la crisis, no bajar las pensiones...) ha evidenciado que la corrupción llega a límites insospechados, y cuando tiene que tomar una medida que se supone que está en su programa, se termina echando atrás (otra de las medidas que se dijo que el PP tomaría fue quitar el matrimonio gay, aparentemente tampoco a esto se han atrevido).

Lo que sí que ha hecho el PP es recortar libertades, y mucho. Se ha llegado a detener a gente por opiniones vertidas en twitter (lo que es ridículo al extremo, no sólo porque twitter no deja de ser un entretenimiento, sino porque gente que realmente está vulnerando la ley con amenazas de muerte a otros tuiteros o prácticas pedófilas, disfruta de impunidad), por escraches, por manifestaciones. Es decir, no sólo han hecho lo que han querido, sino que nos han privado de la capacidad de rebelarnos en contra cuando no nos ha gustado. BRAVO.

El resultado de estas elecciones manifiesta el descontento de la población ante la soberbia demostrada por el partido del gobierno. Ver cómo Esperanza Aguirre (la Margaret Tatcher española) no es capaz de alcanzar la mayoría suficiente o Cifuentes (la que mandaba las porras contra el 15M) se queda muy cerca de no lograr el triunfo en una comunidad tradicionalmente pepera, ha resultado realmente satisfactorio.

¿Y ahora, qué?

Ahora, seguir insistiendo en que se puede. En restaurar la democracia que han tratado de arrebatarnos. Y sobretodo en NO PACTAR con los partidos tradicionales, que llevan desde el inicio de la democracia hundiendo el país (y lamento que colateralmente Izquierda Unida se haya visto salpicada por el derrumbe del modelo tradicional, pero es que no han sabido aprovechar un descontento general que por programa les resultaba tan cercano). Sé que no es realista esperar esto, pero es lo que a mí me gustaría.

Personalmente, opino que Ciudadanos son lobos con piel de corderos, y que terminarán defendiendo valores que me repugnan. Sin embargo, entiendo que hay gente que opina que esa es la forma de gobernar un país, y tiene derecho a verse representados. Me conformaré con que se vean obligados a gestionar (en su caso) con transparencia y limpieza. Del mismo modo, me da miedo que las intenciones de Podemos no sean tan distintas de los partidos tradicionales (es decir, enriquecerse a costa del contribuyente, no hemos visto otra cosa a ningún político hasta ahora) pero el hecho de que sean capaces de aunar descontento suficiente para lograr capacidad de representación a pesar de la campaña mediática en contra que han recibido, me dan confianza en que el descontento de la gente es mayor que el miedo. Quizás deberíamos darles una oportunidad para ver qué son capaces de hacer (y sinceramente, no creo que nadie, sea capaz de hundir más un país de lo que han hecho los sucesivos ineptos de PP y PSOE).

Con todo, yo no soy experto en nada, y mucho menos en política. Me limito a transmitir mi opinión.

Y mi opinión es que hay espacio para la esperanza.