Mostrando entradas con la etiqueta turismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta turismo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de marzo de 2010

Mi perro se comió el post de hoy, sin en cambio...

Próximamente una amiga se va a Nueva York. Con este motivo (y más que nada porque no tenía nada para hoy) se me a ocurrido hacer un post sobre qué puedes hacer para que parezca que has ido a Nueva York pero sin ir. Es que últimamente se ha puesto tan de moda ir a NY con eso de que está barato, que parece que si no vas no eres nadie. Lo que pasa es que claro, como eso coincide con que la cosa está un poquito mala por aquí, pues resulta que tampoco se puede. No pasa nada, os dejo unos consejos para hacerlo creíble y veréis como con esto os podéis pegar de haber visitado la gran manzana (la tienda nueva de Apple, seguro que la habéis visto).


1) Dilo a todas horas, a todo el mundo, desde dos o tres semanas antes, que te vas a Nueva York. Para cuando vuelvas, la gente seguramente estará tan harta de ti que no te preguntará nada...

2) Compra algo de Apple. Todo el mundo lo hace. Claro que ahora que ya todo el mundo tiene un iPhone (al menos en mi curro cabronesconsuerte) si quieres impresionar a la gente te vas a tener que pillar el iPad. Eso si, teniendo en cuenta que ahora mismo vale una leña, lo mismo te sale más a cuenta ir de verdad y traerte una gorra de los Nicks... 

3) Cuenta que hay gordos inmensos por todas partes. Todo el mundo lo hace, así que si cuando vuelvas dices que todos parecían salidos de CSI, van a saber que no has estado. Además, teniendo en cuenta la evolución de la dieta local, es cuestión de tiempo que deje de ser algo noticiable porque aquí vamos a estar igual.

4) Enseña muchas fotos. Gracias a Flickr, Google Images y cosas así, hay un montón de imágenes en la web disponibles para que parezca que has estado. Eso sí, procura que no haya una tía con las tetas al aire delante, porque igual no cuela (que esto pasa mucho en google). Igual a la gente le extraña que no salgas en las fotos, pero puedes decir que es que como ganaste unos kilos con la comida basura de allí (que esto también se dice mucho), no querías salir que te veías mal. O eso o te puedes hacer una de esas fotos que se hacen las adolescentes a si mismas aguantando la cámara con una mano, que como solo salen las caras puede ser cualquier sitio...

5) Di que viste un famoso. Esto también lo hace todo el mundo (pero que sea uno de allí, a ver si vas a contar que viste a Pablo Motos, que eso no se lo va a creer nadie). Lo mejor es que elijas a una famosa muy guapa y digas que en directo pierde mucho (Scarlett Johansson y Beyoncé se gastan mucho para esto) o algún actor de una serie y digas que tenía pinta de ser imbécil. Yo seguramente diría que vi a Barney Stinson (y que me invitó a una cerveza). En cualquier caso para que sea creíble no tiene que ser ni muy famoso ni muy poco. Nadie se va a creer que has visto a Clooney o a la reina de Inglaterra. Y ni se te ocurra decir que has visto a Frank Miller porque nadie va a tener ni idea de quién es...

Barney Stinson. Si cuando lo ves no lleva traje y un whisky en la mano, ni le preguntes, no es él.

6) Di que vas a salir en la Earth Cam de Times Square. Luego cuando te digan que no saliste cuentas que cuando que pasaste por allí no funcionaba o que había una cola de dos horas para salir... O mejor, di que si que saliste. Total, ¿quien va a estar ahí pendiente de si sales o no? Anda que no hay cosas para mirar en internet...


7) Saca un montón de datos de la wikipedia y taladra con ellos a los que te pregunten ¿que tal el viaje? Con esto la gente creerá que has estado y dejará de preguntar. Los datos sobre edificios como el Empire State, o sobre cosas históricas suelen ser especialmente aburridos...

8) Inventa una anécdota colorista. Nadie que esté de viaje vuelve sin contar una rica anécdota. Algo como ese divertido malentendido del cadáver con el recepcionista del hotel, o la memorable historia del enano y la stripper. Eso sí, procura que sea creíble, que no eres Barbijaputa (si lo eres, puedes contar lo que quieras, a ti te creen).


9) Compra regalos para los allegados. Es un hecho aceptado que los souvenirs se compran en el aeropuerto a la vuelta, así que no hace falta que te escurras demasiado. Claro que para que cuele que están comprados en el aeropuerto de allí, tiene que ser algo típico de la zona. Una Uzi estaría bien, creo que es lo más entre los afroamericanos. También puedes pillar algo de crack y ya tienes el lote completo (un saludo cariñoso a los afroemericanos que me leen: Hey, bro!).

10) Este es de relleno. Es que un decálogo con 9 puntos es una mierda. Pero vamos, que yo podría hacer 15 o 20 si quisiera. Será por ideas. Lo que pasa es que ahora mismo no me apetece.

Bueno, y con esto creo que ya estaría todo. Y sobretodo ni se te ocurra mencionar lo altos que son los edificios. Que vale, que son altos, pero no querrás parecer un paleto. Total, yo he estado en Benidorm dos veces, más impresionante no creo que sea...

Nota: este post no tiene nada que ver con que envide a Bichejo por su viaje y quiera hacerle la puñeta. Que vá. Además, quién necesita ir a los USA cuando hay tantos sitios para ver por aquí? Yo mismo hace un montón que no visito Cuenca, igual debería volver...

lunes, 20 de octubre de 2008

B) salir de puente (2 de 3)

La verdad es que a estas alturas ya esperaba estar completamente recuperado de mi resfriado, pero el caso es que mi estado, empeorar lo que se dice empeorar, no empeora, pero mejorar, lo que se dice mejorar, tampoco mejora. Al parecer mi sistema inmunitario a llegado a un acuerdo con los virus según el cual, ni ellos acaban conmigo ni yo con ellos, así que tendremos que acostumbrarnos a coexistir pacíficamente.

[Actualización: esto era lo que pensaba ayer cuando preparaba el post. Hoy empiezo a sospechar que el tratado de no agresión que el bando de los virus firmó con mi sistema inmunitario era una tregua bomba. De hecho hoy parecen haber tomado el control de mi aparato digestivo. Que ya te digo yo, que si no sabes como funciona una cosa, para que te metes. En espera de que se restablezcan las garantías precisas para asegurar el funcionamiento de los servicios esenciales de la comunidad las funciones normales de mi sistema digestivo, me entretengo escribiendo este post, esperanzado y algo tenso. Ahora, como de ahí pasen al aparato reproductor y hagan lo mismo, mañana me vais a ver en las noticias, ya os lo digo.]

Bueno, seguimos con la trilogía iniciada aquí, y continuada aquí.

Como ya conté, durante el fin de semana pasado ante-pasado aproveché que el jueves era fiesta local para pedirme el viernes libre y explorar un poco el interior de la España rural. Lo que se suele llamar, no sin cierto tono peyorativo, "la España profunda" (sobretodo en las crónicas que suelen incluir crímenes sangrientos). Que ya os digo yo que no todos los lugareños hablan como los de Muchachada Nui (a.k.a. La Hora Chanante) ni visten como Paco Martínez Soria, que la cosa a cambiado bastante. De hecho llama la atención que la población rural más abundante en la actualidad parecen ser rumanos, marroquíes y otras gentes de hablar raro (para mí al menos, que para ellos será lo normal). La globalización es lo que tiene.

Cuando iba de camino hacia mi destino (que mantendré en secreto para evitar represalias), lo primero que me llamó la atención fue la abundancia de molinos de viento. Pero molinos de viento de los modernos, así en plan anoréxico y postmoderno, no de esos grandes antiguotes que se notaba un montón que los hacían para luego vender souvenirs. También vi varias plantaciones de placas solares, que se ve que en aquel clima se dan bien. Lo que por lo que me dijeron no está funcionando tan bien es lo de los molinos, que al parecer no rentan tanto como se esperaba. Bueno, menos a un cabrero al que le cayeron cinco en un terreno que tenía para que pastara su rebaño. Al parecer cada molino paga un alquiler-a tanto por molino- y claro, así se explica que no haya viento suficiente para que sean rentables. Eso sí, el cabrero ahora creo que lleva al rebaño a pastar en limusina, con lo que cobra de alquiler. Cosas de la administración. Eso si, queda muy ecológico todo lleno de molinos y placas solares.

Otra que me llamó la atención de aquellas tierras es la alimentación. España es un país conocido fundamentalmente por su gastronomía, y especialmente por su saludable dieta mediterranea. Lo que pasa es que todo el país no está en lo que se podría llamar primera línea de playa, si no que hay partes del mediterráneo que dan un poquito más al interior. Esta peculiaridad geográfica es la que determina que en ciertas zonas la dieta mediterránea este formada fundamentalmente por partes del cerdo cocinadas en distintos grados de colesteralidad -entre alta y mortal de necesidad- y por embutidos de animales exóticos en otras zonas, como ciervos y jabalíes. Sospecho que hay pueblos del interior en los que nunca han visto una lechuga y que el día que alguien trate de introducir la acelga en la dieta local, seguramente se producirá una revuelta popular. Completamente justificada, por otra parte. Supongo que a ellos no les mata el colesterol al segundo día porque están acostumbrados a comer así desde pequeñitos, pero es una dieta que digestiva, digestiva, no la veo. Las migas muy buenas, eso sí.

Otro tema es el de la bebida. No es que beban mucho. Es que tienen costumbre. Si a esto le sumamos el carácter afable y campechano de la zona, obtenemos como consecuencia la bonita costumbre de convidar. Yo no tengo nada en contra de ésto. Es más, si alguien insiste en invitarme a beber, no voy a ser yo el que le quite el capricho. Lo que pasa es que a mi a veces después de cenar me apetece tomarme un whiskey. Pero uno. Dos todo lo más. Bueno, vale, si las circunstancias lo aconsejan, puede que tres. Pero ni uno más (bueno, venga otro, pero que sea cortito). Pero con eso de invitar a rondas, una vez terminé en mangas de camisa en la puerta del local en el que me habían estado convidando para que me diera un poquito el aire, de lo cálido que había sido el recibimiento. Y eso que fuera nevaba. Eso si, el equipo local ni pizca de acaloramiento. Si acaso, algo de exaltación de la amistad, pero nada más. Eso es afición, lo demás son tonterías.
Desde entonces, cada vez que visito el interior -que esta no es la primera vez-, tengo la precaución de llevar conmigo siempre Almax y Paracetamol, en grandes cantidades (si, la mañana siguiente fue especialmente memorable). Esta vez además, traté de no acercarme a bebidas más fuertes que la cerveza. Con un éxito parcial, tengo que decir. Es que el primer día me funcionó, pero el segundo mis anfitriones me sacaron una botella de Jack Daniel's a ahí mi fuerza de voluntad ya flaqueó empezó a flaquear.

Otra de las actividades recreativas a las que tuve acceso durante este puente fue la wii. Para el que no lo sepa (algo más de información aquí) Nintendo ha decidido derrotar a la competencia en el campo en el que mejor puede luchar: el de los que no entienden de videojuegos. Es por esto que han inventado un aparatito que es como muy moderno y muy cool, y mola tener al lado de la tele para las reuniones de amigos. Si tienes una Xbox 360 eres un friki, pero si tienes un wii, eso ya es otra cosa; entonces molas. En fin. Ya la había probado con anterioridad (en otra reunión de amigos; tengo la teoría de que para los casuals los videojuegos con como el sexo, que está bien cuando es en compañía, pero si lo haces en solitario es que eres un poco raro) pero esta vez pude disfrutarla un poco más.

Por supuesto fue con el wii sports y con (¡horror!) el wiifeet. No se ha dado el caso todavía de que alguien me conecte una nintendo en su casa y me ponga el Smash Bros. Browl, el Zelda o al menos el Mario Kart, por supuesto que no. Bueno, pues tengo que decir que el tenis, cuando le coges el truco, para un ratito está bien. Sospecho que para más de un día no. Pero claro, la wii es para hacer gracia en las reuniones de amigos, que no suelen durar más de un día. Eso si, lo del wiifeet (para el que no lo sepa, el equivalente digital de un step de aerobic) ya me parece una soberana tontería. Si quieres hacer deporte de verdad, apúntate a un gimnasio, todo lo demás es jugar a una consola.

Resumiendo, en conjunto el puente bien. Ahora, el viaje de vuelta molido de agujetas de la dichosa wii -que es que se utilizan músculos que en el gimnasio yo lo los había gastado nunca-, con una resaca del tamaño de Arizona (que no es tan grande como Texas, pero recórretela a caballo), el estómago pidiendo clemencia por la mezcla de Whiskey de Tennessee y cerdo manchego y con molestias en todas partes por culpa del resfriado mutante más letal de la historia, no se lo deseo a nadie.

Y luego llega a casa, y encuéntrala asaltada por un grupo de pintores descontrolados. Pero eso ya toca en la tercera parte (que en realidad es la primera). Tampoco vayamos a adelantar acontecimientos.

Ustedes disculpen, me retiro a tomar mi medicación.