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lunes, 6 de febrero de 2017

Lo de los Goya

Ante el interés generado por la gala de los Goya, creo que no me queda más remedio que hacer el clásico post comentándola y sobre todo hablando de la alfombra roja. Bueno, pues adelante con mi análisis:

Iban todas y todos estupendos y que la gente se ponga lo que le de la gana, que me teníais que ver a mí ahora escribiendo esto en chándal y  el pijama debajo, como para dar lecciones de estilo estoy yo ¿sabes o qué?

Qué. Que no cuela ¿no? Bueno, pues vamos a meternos con la gente de una manera absurda.

(Nota: casi todas las imágenes están sacadas de la web de El Mundo, que me da mucha rabia porque obliga a desconectar el bloqueador de publicidad, pero es donde he visto más fotos. Pero vamos, si alguien no quiere veras allí, puede buscar a la gente en google).

En primer lugar, sobre la gala tengo que decir que estuvo regular, que el humor era flojito y que qué necesidad de poner números musicales, que en España ya se sabe que es una cosa que no se nos da bien. Ah bueno, y que ya está bien con los discursos de la gente, que me parece genial que te den un Goya, pero que nos tengas cinco minutos escuchando como recitas a todos los miembros de tu familia ,me parece abusar; y más si no sé quién eres.

No ví la gala, me gustaría aclarar esto. Pero vamos, me la juego que todo fue como digo. Ah, y que ya está bien de meterse con el pobre Dani Rovira, que es un chaval muy válido y hace lo que puede con el material que le dan. También te digo que probablemente si aquí se pagara a los guionistas como en Hollywood, seguramente tendríamos una gala un poquito más digna. Y bueno, que está claro que a todos nos gusta el humor transgresor de Louis C.K. o Ricky Gervais (al menos a todos los de twitter, pon una serie suya en España en prime time si tienes huevos), pero hay que hacer una gala que pueda ver mi madre ¿esto lo entendemos todos o qué? No, es que lees los comentarios de la gente y parece que quieran que la gala la guionice Andy Kaufman, sin tener en cuenta que entonces igual le gustaba a tres sólo (por no mencionar que está un poco muerto, lo que puede que dificulte un poco el tema de contratarlo).

Dicho esto, a por los vestidos.

Ah, se me olvida comentar que yo no veo mucho cine español, por lo que quizás no sea la persona indicada para hacer este análisis, pero es que este años a Molinos no le viene bien por lo que sea ¿vale? Ah, tampoco tengo ni puñetera idea de moda. Avisados estáis.

Paz Vega monísima como siempre, con un modelito completamente de mamarracha. Que tiene mérito, también te digo.


Me parece de justicia empezar con Paz Vega. En serio, ¿esta chica qué representante tiene? Lo digo porque yo igual no la he visto actuar desde "El otro lado de la cama" (que lo mismo es fallo mío, pero he mirado en la wikipedia y me parece que menos una de Almodóvar, no me suena nada de lo que ha hecho). Pues ahí la tienes todos los años la primera. ¿Que posa muy bien y sale monísima siempre? Pues mira, sí. Ahora, que tiene tendencia a vestir un poco como una mamarracha, también te lo digo. Pero bueno, teniendo en cuenta su rol de "tengo que llamar la atención porque si no, no salgo en la foto porque no he hecho nada desde que las teles eran de tubo" pues la veo bien. Graciosa y tal.

En segundo lugar, Penélope Cruz. Tengo que decir que yo no he sido fan nunca, lo que automáticamente me convierte en hater casi (es que sinceramente, no entiendo qué le ve la gente). Dicho esto, me parece que ha envejecido mucho mejor Ana Belén que ella (que seguramente tenga no sé, veinte años más, a lo mejor). Pero es que claro, todo el mundo no puede ser Ana Belén, (que iba estupenda a pesar del floripondio ese raro en el pecho; la falda de gasa un pelín cursi para mi gusto, pero nada más). Yo a Pe la ví rara (odio esta abreviatura, pero es que el nombre completo tampoco me gusta). El maquillaje no la favorecía, o el pelo, o las operaciones (que no sé si se ha hecho, la verdad) o el vestido esa que estaba pidiendo a gritos un mafioso al lado con una Thompson y un sombrero de ala ancha. Pero vamos, es mi opinión nada más. Al que le guste, que la compre.

De Bárbara Lennie he leído comentar que tuvo la suerte de llevar un vestido de Gucci y yo no sé si hubiera preferido llevar eso o que me cayera un piano de cola en la cabeza. Hay que decir que el maquillaje, el pelo y posar con cara de "lo que me gustaría a mí estar en cualquier otro sito ahora mismo" tampoco ayudaban. Pero vamos, el vestido me parece horrendo. Y mira que tiene que ser difícil estropear a una chica así de mona.

También he leído lo bien que iba Nieves Álvarez y lo mismo es que tampoco soy fan, pero yo encuentro que el vestido era un despropósito. Que vale, haces un vestido negro y ceñido, y se lo pones a una tía con un tipo así, y ya te lo tienes que currar para que no quede bien. Pues a mí me parece que no. Pero oye, si ella se veía bien, por mí fabuloso.

A Toni Acosta me la he encontrado en listas de bien y de mal. Yo mismo no sabría decir. Me parece que eso que llevaba (no sé como llamarlo) no era para una gala de los Goya (y menos en amarillo). Ahora, lo mismo ha inventado algo y crea tendencia. Desde luego más cómodo que lo que llevaban la mayoría, sí que parecía.

Con Michelle Jenner no sé qué pasaba pero tampoco la ví acertada. Y mira que esta chica es un ángel, pero no sé. Claro, yo no entiendo y no puedo decir si es el maquillaje, el vestido, el peinado o qué (seguramente las tres cosas). Y mira que a priori el vestido diría que es una cosa fina, pero por lo que sea, no. Claro que también posa con cara de "con lo bien que estaría yo viendo esto desde casa comiendo unas palomitas", que a lo mejor no favorece. Lo mismo es tendencia posar así y yo no lo sé.

Leticia Dolera, por el contrario, posa con un vestido de mamarracha total (yo al menos esos estampados de flores y pajaritos y esas mangas no los veo) y sale estupenda. No sé de qué depende esto. Magia, a lo mejor.

Mar Saura es otra de esas que no sé por qué salen, y que también la encuentro que está rara. Yo creo que se ponen tanto bótox y se tocan tanto, que al final se estropean. Ahora, de tipo está estupenda. Y claro, le pones un vestido de burbuja Freixenet, y la chica luce. Personalmente encuentro que esos brillos son un horror, pero vamos. A ella seguramente le queden mejor que a mí, también te digo.

Sobre Aldo Comas (sí, para los tíos algo va a haber) yo creo que él sabe que su misión en el mundo es distraer la mirada de Macarena Gómez y lo hace a la perfección. Lo que la tiene que querer ese hombre para ir así con ella. Pero claro, es que en cuanto la deja sola, te das cuenta de que ella es un espantajo horroroso (y mira que yo creo que esta chica no estaba tan mal, pero claro, entre garrula que viste y que se ha quedado como un bicho palo, no hay quien la mire). O sea, que muy bien por él. Va como una mamarracha, pero oye. Además, ya nos hemos acostumbrado. El día que se ponga un Armani yo no lo voy a ver bien. Si acaso decirle que si te vas a poner unos pantalones que te quedan cortos, lo suyo es ponerse unos zapatos bonitos y unos calcetines. Pero oye, lo mismo soy yo, que soy una antigua.

De Amaia Salamanca decir que sólo salió guapa en las fotos del Hola (que hace fotos en su estudio y claro, tienen ventaja; de todas formas no sé por qué, en todos los medios han jugado a coger la foto desde otro ángulo que no es hacia el que posa, y me parece que le han hecho un flaco favor*). Otra chica preciosa que se está estropeando a base de adelgazar. Bueno, ella verá. Y lo de posar con cara de mala leche, que también. De todas formas, no creo que el maquillaje jugara a su favor (otra de las tónicas de este año) si bien es cierto que con ese vestido estaba espectacular y en directo tenía que dar miedo. De guapa y de madrastra de Blancanieves un poco. Las dos cosas.

*Nunca mejor dicho lo de flaco, porque está en los huesos.

Natalia de Molina es otra de esas chicas preciosas, que llevan un vestido que no ¿Color carne? ¿En serio? Yo creo que se le olvidó ponerse el vestido y lo que vemos es la combinación de debajo. Otra explicación no le veo.

De Paula Echevarría comentar que no soy muy fan tampoco, y es raro porque la veo guapísima. Yo creo que le he cogido tirria a base de verla actuar (o bueno, como queramos llamar a eso que hace ella, que ahí no voy a entrar). De todas formas no creo que ese vestido a lo Jessica Rabit con sobredosis de gasa fuera acertado. Y mira que es difícil ir mal con un vestido rojo y con trasparencias. Pues lo consiguió.

Me váis a perdonar, pero no sé quién es Cristina Brondo. Y de verdad qué lástima no saberlo, porque madremía esta chica. Qué salud, qué cosa más bien hecha. Ahora, el vestido, pues bueno. Un poco una pena. Enseña, enseña cacha, que esto no hay otra forma de arreglarlo.

Igual soy la única persona de la zona euro a la que le hace gracia Alexandra Jiménez. Yo la veo hasta guapa. Yo. Ahora, no arriesguemos poniéndonos mierdas, también te digo mona ¿De qué iba, de hada del bosque? Madremía.

No voy a tomar nada, gracias. Bueno, tráeme una coca-cola mientras espero. Zero, gracias. Bueno ¿por dónde iba? Ah, sí. Sigo.

Otra que no sabía quién era. Matadme, por favor ¿Quién es esta Ingrid García Jonsson? La pongo de alerta en google ahora mismo. Madremía, pero madre mía. Qué cosa más bonita de ver. Me quedaba aquí todo el día. No puedo comentar nada más, lo siento.

Eduardo Casanova decidió ir de Ken Brillos. Por sus cosas de Eduardo Casanova ¿Quienes somos nosotros para juzgar? Yo nadie, desde luego. Muy bien, bonito. Sigue así, vas estupendo. Yo me hubiera un poco de barniz en la cara para brillar bien, lo único. Y purpurina. Mucha purpurina.

Aura Garrido va de un cruce de Morticia Addams y Miércoles. Y yo la veo genial, ojo. Para halloween. Para unos Goya, a lo mejor, no. Ahora, a mí me viene a casa en un chándal de táctel con manchas de ketchup de un mes y la dejo pasar, también te digo. Cosas que tiene ser Aura Garrido, claro.

Leonor Watling venía de la piscina y no le ha dado tiempo a peinarse. Ni una pega, a Leonor Watling la dejaba pasar a casa igual que Aura Garrido o peor. Por lo demás, oye, yo la veo fabulosa. Claro, que aquí no creo que sea objetivo, eso vaya por delante. Pero vamos, yo la ponía así encima de la tele para adorarla. O en un altar, con velitas. Lo que sea.

Juana Acosta es otra que se está consumiendo. Quien tuvo retuvo, claro. Pero le quedan diez minutos para ser la mala de 101 dálmatas. Cinco, si me apuras. Ahora, fabulosa. Encuentro un poco aburrido el vestido, pero no le pongo un pero. Que le cambiéis el líquido de las lentillas, lo único. Que este parece que le escuece.

Que no quiero nada, coño. Que ya le he pedido una coca cola a un compañero tuyo. De verdad, muy amables los camareros de esta gala, pero un pelín pesados.

Anne Igartiburu guapísima. La he visto un poco desmejorada últimamente, pero aquí estupenda. Un poco de nochevieja, igual. Pero yo creo que para Anne Igartiburu es nochevieja todo el rato. En mi cabeza, al menos. Bueno, en la suya parece que también.

Macarena García elegantísima, guapísima y finísima. El menos es más personificado. No me gusta mucho el color, pero ya por poner pegas a lo loco. Esto va de eso ¿no?

Clara, ¿qué te has puesto? Mira que esta chica está estupenda con lo que se ponga. ¿A qué juegan los diseñadores, a hacer daño? Sale ganando ella al vestido, pero por una cabeza sólo, no te creas.

AH, casi se me olvida comentar lo de Manuela Vellés. Ideal. Para el remake de Blade Runner. No, en serio. Un pelín atrevida igual. Pero vamos, que me la aparten, que me la quedo. Qué guapa que es esta chica, Dios. No, y que con esa percha, le pintas el vestido encima y te vale igual. Porque era pintado ¿no? Bueno, yo lo veo fabuloso.

Elena Ballesteros, estaba de dama de honor en la boda de una amiga y se ha pasado a hacerse una foto. Qué mona que va esta chica siempre, también ¿verdad? Qué pena lo de Dani Mateo, la buena pareja que hacían.

Hiba Abouk va preciosa, pero porque es Hiba Abouk y así cualquiera. No porque el vestido se esfuerce lo más mínimo. Bueno, ni ella por sonreir. Que parece que las obligan a todas a ir. Chica, si no te apetece no vengas, para ir con mala cara, no ¿eh?

Mira, un camarero de fantasía. Pues este lo veo gracioso, fijate.

Coño, un actor. Ya era hora de que pasara uno. Con su chaqueta, su corbata... pues bueno, como tiene que ir un señor ¿no? Tampoco le vas a pedir más. ¿Este dónde salía, en El Comisario, puede ser? Me suena un montón.

Belén López no la conocía tampoco, pero que me la aparten también. No, el vestido no me gusta nada, pero me da lo mismo. Arrr. Me la como.

Anda, el maître. Oye, mira a ver que he pedido una coca-cola hace media hora y no hay manera. A ver si no queda zero o algo. Traeme cerveza, si no.

Mira, este sí. Si es que claro ¿habiendo Armani, para qué os ponéis otras mierdas? Otro que está de mala leche porque no quería venir, también te digo.


5mentarios


Miriam Giovanelli. Guapísima. Horrenda. Pobre.

Antonia San Juan. Otra que se está consumiendo. Muy elegante disfrazada de Gwyneth Paltrow. Explotaba la cabeza un poco de mirarla, también te digo. Parece que han pegado esa cabeza en el cuerpo de otra persona.

María León con una bata de fiesta porque se ve que no le dio tiempo a mirarse nada, pobre. ¿Por qué posará con cara de susto siempre, qué le pasará a esta chica?

A Emma Suarez no la voy ni a lincar porque me parece que no se lo merece. Con ese vestido con sanguijuelas brillantes sobre fondo de marrón diarrea. Pobre, con lo guapa que era esta chica. Nada,
que paso. No insistáis.

De Aitana Sánchez Gijón tampoco voy a comentar nada por motivos similares. Madre mía, con lo que ha sido esta chica. Por cierto ¿es cosa mía o se ha puesto de moda ir como disfrazado para una fiesta medieval. Madre mía, los brillos. Y las mangas. Y la falda. No sé, todo.

Cristina Rodríguez, que seas estilista no te da carta blanca para ir como una mamarracha, que lo sepas. Ya puede ser buena, yo no la contrataba así fuera la única que hubiera disponible. Ponía a todos de chándal antes.

Natalia Sánchez: hazme caso y pide a google que quite tus fotos de internet. De la gala, al menos. En serio, me lo agradecerás. (¿Soy yo, o a esta chica se le está poniendo un poco cara de infanta?)

Candela Peña. No, en serio. No voy a decir nada. Es que no sabría por dónde empezar.

Belén Cuesta, pobrecita mía. Está de paguita.

Silvia Abascal. No, en serio: qué. (Por cierto ¿esta chica no era guapa? A mí no me mareéis, que me pierdo; Igual la estoy confundiendo con alguien, también puede ser ¿Es familia, de Nati Abascal, por cierto? Igual me debería documentar para estas cosas).

Y bueno, ya paro porque me va a quedar largo. Lo de Anabel Alonso ni lo comentamos. Para qué.

Lo mismo os parece que he hablado más de mujeres que de hombres (nah...). Asumamos que los hombres van a esta gala para que las chicas no tengan que ir solas y tener alguien que les aguante el bolso mientran van al baño. Pero vamos, si digo que horrorosos todos, tampoco creo que me equivoque mucho. Si es que los hombres ya no saben llevar traje, que ya lo decía Moli...

Nota: en este post he usado la palabra 'mamarracha' cinco veces (sin contar esta, claro). Pocas me parecen, la verdad...


lunes, 13 de abril de 2015

Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), de Alejandro González Iñárritu.


En primer lugar me gustaría decir que me gustaría ver una película sin ningún juicio preestablecido. Hubo un tiempo en que tenía mucho tiempo libre y pasta en el bolsillo y veía todo lo que se estrenaba. A menudo entraba en una sala sin saber nada de lo que iba a ver salvo el título y quizás la pinta que tenía el poster (a veces ni eso). Era una época estupenda porque me podía llevar sorpresas enormes y en cualquier caso si una película no me gustaba no me sentía defraudado. Sólo pensaba "pues no me ha gustado".


Eso es imposible actualmente. Ahora una película te cuesta lo que una ración de calamares y una cerveza y eso si no pides palomitas (para eso tienes que llevar las tres últimas nóminas y ver si te lo puede financiar el banco). Ahora todo es ruido mediático y cuando ves una película es muy difícil no hacerlo pensando "¿estaré yo a la altura de los críticos o me sentiré como una mierda porque no soy capaz de ver la maravilla que ellos aprecian?".


Tengo que añadir otra cosa antes de entrar a hablar de esta película (y me jode porque ya alguien me dijo en mi última crítica que se nota que me gusto demasiado y tenía que tratar de ser más breve -sí, estoy hablando de Molinos) y es que no soporto los ejercicios de estilo. Shakespeare hacía obras para el gran público, y las películas de Bogart de los cincuenta eran grandes sin pretenderlo. No había detrás un gran director diciendo "hey, soy un genio: mirad lo que puedo hacer". Algo se fue al garete cuando los directores empezaron a pensar "voy a ser capaz de rodar una película totalmente hacia atrás en la que el protagonista tenga amnesia a ver si se entiende" o "YA LO TENGO: rodemos toda una película dentro de un ataúd" (y si queréis saber mi opinión, soy muy fan de Memento, pero Buried me sacó de mis casillas).


Lo que todo el mundo sabe de esta película (a no ser que haya estado metido en una cueva desde antes de que se estrenó) es que está rodada en un único plano secuencia. Y a mí cada vez que un crítico dice "plano secuencia" me entran escalofríos porque quiere decir que hay un tío detrás de la cámara diciendo "eh, tengo una polla enorme, venid a miradla". Hitchcock era grande porque podía rodar "Con la muerte en los talones" y que un tipo caiga muerto delante de Cary Grant con un cuchillo en la espalda y que su personaje coja el cuchillo por el mango a tiempo de que alguien le haga una foto y tú sigas viendo la película y disfrutándola a pesar de que es totalmente increíble (como que alguien pretenda matar a un espía usando un avión fumigador en lugar de una pistola, una de esas ideas absurdas que dan lugar a otra secuencia memorable). Y si alguien va a mencionar que Hitchcock hizo justo lo mismo que Iñárritu en La soga, que piense que ese argumento sólo la hace más prescindible.


Alejandro González Iñárritu es un autor mexicano que es conocido por obras como 21 gramos, Babel o Biutifull, todas ellas aclamadas por la crítica y premiadas en diversos festivales. Sin ir más lejos la obra que nos ocupa recibió en la última ceremonia de los Óscar los galardones a mejor guión original, mejor director y mejor película. Ahí es nada. El leitmotiv de la obra es batir el récord absoluto de plano secuencia haciendo toda una película en una única toma (esto ya se ha hecho, pero esta es, creo, la más larga). Este ejercicio de estilo hace que, a pesar de la enorme presencia de los actores en plano (a menudo rodados muy de cerca y después de -sospecho- haber mezclado algunos medicamentos que no se deben mezclar), el que esté presente todo el rato sea el director, en un ejercicio de ego insoportable y probablemente inédito. Directores menos valorados por la crítica sesuda como Clint Eastwood o Steven Spielberg, no son capaces de hacer algo así (por pudor, supongo) y no consiguen lo que un espectador casual (uno de esos que no esperan a leer la crítica del Fotogramas para ver si la película le tiene que gustar o no) definiría como un "coñazo insoportable" (y estoy citando palabras textuales de la persona que sufrió la película conmigo). Te cansas de ver planos de actores de espaldas andando por pasillos o diálogos que no tienen contraplano porque mover la cámara cada vez que uno de ellos habla sería mareante (mira, eso al menos lo hace mejor que un director amateur). Por no mencionar esa machacona banda sonora de batería que no conforme con ser irritante por si sola, el director insiste en hacer autoconsciente metiendo en plano (¡en dos ocasiones!) al propio batería sólo por rizar el rizo.


La película arranca con un plano de espaldas (una de muchos) de nuestro protagonista levitando a un metro del suelo en la posición del loto y a partir de ahí nos lleva durante dos horas de cámara en mano (y me vas a perdonar Alejandro, pero desde el invento de la steadicam los planos secuencia tienen mucho menos mérito que cuando las cámaras iban montadas sobre raíles) por las paranoias de los actores, que ya sabemos que son gente inestable porque nos lo han contado en un montón de películas, y algunas bromas privadas muy inteligentes pero no muy divertidas (como que el protagonista sea Michael Keaton, conocido por haber protagonizado el Batman de Burton, interpretando a un actor que trata de ganarse el respeto de la crítica después de haber hecho tres películas interpretando a Birdman, un superhéroe (de disfraz ridículo, gracias por la sutileza, Alejandro) al que escucha en su cabeza hablar con una voz muy parecida a la de Batman). Iñárritu se burla del cine de superhéroes (de hecho en la única secuencia que tiene cortes -si, olvidaba que incluso en su pretensión termina haciendo trampa con una secuencia llena de cortes absurdos- sale un Spiderman bailando sin que venga mucho a cuento), del cine de acción y de las películas que buscan el favor del público sin esforzarse en hacer arte. Incluso de burla de la crítica, (personalizada de una forma muy poco sutil en una crítica teatral que escribe sus críticas en una moneskine desde un bar mientras toma martinis) que lo tiene muy fácil en poner a caer de un burro la obra de alguien que arriesga y trata de crear, con etiquetas y frases manidas. Pues lo siento, Alejandro, hay gente que hace cine con un ego más pequeño que Australia y trata de contar historias sin tratar de epatarnos con sus enormes capacidades técnicas. No está del todo carente de ironía que la obra que lleve al escenario el protagonista sea de Raymond Carver uno de estos autores que se la ponen dura a la crítica literaria precisamente por no contar nada en sus historias (tienen atmósfera) y que años después de su muerte se descubrió que parte de su mérito artístico estaba en la tijera de su editor, que recorto, reescribió e incluso cambió los finales de un montón de sus historias.


Creo que esta película se debería estudiar en las academias de cine como ejemplo de lo que no hay que hacer, y quizás su mayor mérito es que después de esto nadie tratará de hacer un plano secuencia más largo que el anterior, utilizando la técnica que en mi opinión es el mejor ejemplo de cómo un director puede tratar de medir la longitud de su miembro viril y compararla con el resto. Scorsese en Uno de los nuestros (1990) hace un magnífico ejemplo de 3 minutos y 13 segundos y ocho años después Brian de Palma hará una magnífica demostración de 12 minutos de cómo hasta el sexo se puede hacer aburrido cuando dura más de la cuenta, en la entretenida Snake Eyes (y lo siento, no puedo menos depreciar más una película con un adjetivo positivo). En este caso Iñárritu llega al paroxismo rodando toda la película en un único plano secuencia (algo que por otra parte -como ya he comentado- habría hecho ya Hitchock en La Soga, salvo porque técnicamente no era posible -y qué más da, si este plano secuencia de Birdman también está falseado después de todo) lo que es totalmente absurdo teniendo en cuenta que realiza saltos temporales. Veamos ¿qué sentido tiene rodar todo en un único plano si de repente la cámara se mueve y advertimos que ha pasado el tiempo porque aparecen cosas que antes no estaban ahí?


Después de esto ¿qué vendrá? ¿Con qué nuevo desafío nos aburrirán los directores con inquietudes? ¿Una película íntegramente rodada sin imagen, sólo con voz en off? ¿Un plano fijo de dos horas del ombligo del director? ¿Una película collage hecha enteramente con recortes de anuncios? Espero ansioso, en serio. Mientras haya gente que siga haciendo historias que merezcan verse como Nebraska, Perdida o Guardianes de la Galaxia (y no admito discusión sobre ninguna, especialmente la tercera).


Por otra parte, y dejando de lado el ejercicio de prestidigitación, la película se hace larga (le sobra fácilmente media hora) los personajes dejan de interesarnos pasado un rato porque ya vemos que están todos como una puta regadera, y se lleva la suspensión de la incredulidad al extremo de tal manera que llega a un momento en que poco importa lo que pueda pasar en el escenario porque cualquier cosa es posible. Me cuesta decir esto sin parecer condescendiente, pero me parecen más creíbles muchas de las películas de superhéroes que González Iñárritu pretende criticar, o al menos más coherentes con su propio universo. En cualquier caso los directores que realizan tales obras de ficción son capaces de hacerlo sin tanta afectación.


Plano inicial de Birdman. Espero que os guste ver espaldas porque os vais a jartar.


Por lo demás, si alguien quiere ver una buena película sobre los problemas de un director de teatro al tratar de manejar a un grupo de actores histéricos haría mucho mejor en ver la magnífica y lamentablemente casi desconocida ‘¡Qué ruina de función!’ (‘Noises off…’, 1992) de Peter Bogdanovich -también director de la absolutamente genial What's up, Doc (1972)- y que esto mismo en una película mucho más divertida y sin ese tufillo pretencioso de "peli para listos*".


*Trademark by Molinos).


PD: esta vez he sido yo el poli malo, si queréis ver la crítica de Molinos de la misma película, está en el link. A ella por lo que sea, se ve que le gustó. Por cierto, ya está maquinando de qué otra cosa podemos hacer crítica. Si a alguien tiene alguna idea se admiten sugerencias...


viernes, 13 de marzo de 2015

Blitz, de David Trueba (la crítica)

David Trueba es un joven creador (bueno, 45 tacos; la verdad es que pensaba que era más joven hasta que lo he mirado en la wikipedia) conocido fundamentalmente por su labor como director y guionista de cine. Debo confesar que no soy mucho de cine español (le faltan explosiones y le sobra drama social, para mi gusto) pero vi Madrid, 1984 y no me pareció mal (María Valverde en bolas en un cuarto de baño durante 3/4 partes del metraje, sólo eso ya justifica su visionado, en mi opinión). Por tanto pensé que este libro había de depararme, como mínimo, una agradable lectura. Qué gran error por mi parte.


Menos conocido como su faceta de novelista, tiene publicadas cinco novelas, de las cuales una ha sido premiada con el Premio Nacional de la Crítica (Saber perder) lo que es suficiente para que leer su última novedad en el metro te haga parecer un tipo interesante con inquietudes intelectuales, lo que no está nada mal (podéis probar si queréis con Lo que más me gusta es rascarme los sobacos de Charles Bukowski y veréis como, a pesar de ser mucho más sesuda, os hace parecer mucho menos interesantes y bastante más zafios).


La novela del director es un tour de force, un ejercicio estilístico finísimo, en el que juega con el tiempo de una manera magistral. Comienza con una portada minimal y superestilosa que ya hace pensar que será algo digno de una mente superior (y no me digáis que la portada la escoge el editor porque el mismo dibujo se repite en el interior, con la excusa que lo ha dibujado el mismo protagonista como autoretrato -que no se lo cree ni él, claro, porque está dibujado de espaldas, lo que requiere un juego de espejos digno de Norman Rockwell). El título en alemán ya echa para atrás un poco, porque además no explica su significado, como esos libros supersesudos de Ortega y Gasset (sí, he leído La rebelión de las masas ¿Qué pasa?) en los que ponía un montón de citas en inglés, alemán y latín sin traducirlas como diciendo "si no sabes tantos idiomas como yo, igual no deberías estar leyendo esto*".


Bueno, como cualquiera que haya visto documentales sobre la segunda guerra mundial sabe, blitz significa relámpago (y de ahí blitzkrieg "guerra relámpago"; antes de que lo preguntéis, desconozco lo que significa blitzkrieg bop). Al principio del libro hay un poema de Emily Dickinson (en inglés original, cómo no, aunque traducido más abajo para hacernos sentir mal con nuestra escaso manejo de la lengua de Shakespeare) que menciona el relámpago tangencialmente al hablar de la Verdad (así, con mayúsculas). Esto ya nos hace ver que se trata de un libro que vamos a tener que dejar bien cuando nos pregunten por él, así nos parezca un truño (bien jugado, David).


La novela empieza con un mensaje demoledor que paso a transcribir:
"aún no le he dicho nada. me cuesta tanto. uff. tq ♥".
Así, sin mayúsculas, con un tq y un corazón. Ya solo por el valor de hacer esto, esta obra merecería estar en lo más alto de las letras hispanas. Implica una capacidad de trasgresión que ríete tú de Joyce. Pero eso no es todo. La siguiente fase sentencia "Pero el mensaje no era para mí". No había arrancado una obra con tal rotundidad desde Kafka. (Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto). A partir de ahí la obra realiza un flashback en forma de monólogo interior que explica brevemente cómo se llega a la situación presente. Beto es un joven paisajista que llega a Múnich sin ser muy consciente de que su relación sentimental con una hermosa pretendiente a actriz -fracasada- exnovia de un cantante de cierto éxito, se está derrumbando. En mi opinión hay algo de grandeza ya en la definición de los personajes: un arquitecto que ha terminado diseñando jardines en plena crisis, lo que hace de la suya una labor totalmente superflua (y sin fondos municipales para contratarle, que es lo que a él le afecta, algo no muy distinto si lo pensamos de la labor de cineasta en la época de sequía de subvenciones), una actriz muy bella pero con una carrera que no ha llegado a despegar y cuyo mayor logro fue tener una relación con un cantoautor uruguayo de éxito moderado (y pese a todo, el más exitoso de los tres) del que ya se aclara que compartió gira con Jorge Drexler (supongo que para evitar que le pongamos nombre y apellido).


(A partir de aquí temo que van a ser inevitable colar algún spoiler para un análisis medianamente solvente, por lo que recomiendo a los que pretendan leer la obra que pasen directamente al párrafo final y ya si eso decidan si volver y leer el resto la reseña o no)


Más allá de la inevitable ruptura (anunciada en la primera frase) o de las andanzas de un arquitecto español perdido en Alemania en busca de ganar un concurso de paisajismo que ya desde el principio él mismo nos anuncia que no se veía capaz de ganar ("Yo fui el primer sorprendido de que seleccionaran mi 'Jardin de los tres minutos' entre los finalistas") la novela nos habla del paso del tiempo. Y no lo hace con sutileza. Ya en la cuarta página se nos describe (¡incluso con dibujos!) el proyecto de un jardín con relojes de arena para que cuando alguien se siente en un banco pueda calcular sus tres minutos de relax. Detengámonos un segundo para apreciar la ironía que nos presenta el autor. Tres minutos de relax. Un arquitecto paisajista que más adelante se declarará admirador de otro diseñador de jardines japonés, país conocido por sus magníficos jardines zen en los que el tiempo parece detenerse y la mano del diseñador debe ser difícil de advertir salvo por la caprichosa disposición de las piedras, tiene la idea de diseñar un jardín en el que puedes medir visualmente lo breve del tiempo del que dispones para relajarte. Como el relojito de Windows, vaya. Un disparate enorme a todas luces, que nos hace ver lo absurdo de la condición humana ya desde las primeras páginas. Bravo.


Pero la genialidad del uso del tiempo no se detiene ahí. Los capítulos se dividen por meses comenzando por Enero y acabando en Diciembre, en lo que abarca un año de viaje vital de nuestro protagonista por el periplo de la vida. Pero este reparto de meses no es equitativo. El primero de ellos, Enero, en el que se nos cuenta la ruptura, requiere 114 páginas. Sin embargo los 11 restantes tan sólo necesitan apenas 26, habiendo meses que ocupan tan sólo una o dos. Y esto está obviamente justificado ¿No es cierto que para el sufriente el tiempo se ralentiza de una forma dolorosa, hasta casi parecer que se detiene? Pues así nos lo transmite el autor de la novela (que digo novela, libro de la vida, slice of life) que eterniza fragmentos de una manera que hace que a nosotros también la lectura del libro se nos antoje eterna. Y tan magistralmente lo hace que incluso los capítulos más breves resultan insufribles al extremo por la interrupción que realizan de la acción principal de la historia para detenerse en pequeños detalles carentes de interés. Un ejercicio de estilo así puede tener mérito cuando escribes una trilogía del tamaño del El señor de los anillos (cuyo tomo dos logra la maravillosidad de que lo terminas y dices ¿de verdad hacía falta escribir este tomo?) pero alcanza niveles de genialidad absoluta cuando consigue que una obra de apenas 166 páginas (muchas de ellas medio vacías o con dibujos) se haga realmente eterna. Una vez más, BRAVO.


Temo que parte de la crítica se quedará con el poco creíble romance de Beto con una mujer madura ignorando el hecho de que Helga es la intérprete del congreso y por tanto la única persona que nuestro protagonista conoce en Múnich. Podía haber sido un marine afroamericano o un golden retriever, tanto da. Beto es un hombre en las manos del azar que en ningún momento parece ser dueño de su propio destino, al que los dioses, quizás ofendidos por su atrevimiento de tratar de atrapar el reposo de los humanos en jardines llenos de relojes, le hacen pasar por todo tipo de situaciones vergonzantes y ridículas, como que pierda su móvil porque al día siguiente de la ruptura trate de masturbarse con él en la ducha mirando fotos de la mujer que le acaba de abandonar, o que se quede sin dinero en un arranque absurdo al adquirir un teléfono de gama alta para sustituir al bien perdido (obviamente trata de compensar con ello inconscientemente la pérdida de esas fotos de su exnovia desnuda que ya nunca podrá tener). Es por esto que Beto no elige en ningún momento enamorarse de una señora con nietos (me niego a llamarla abuela) simplemente es lo primero que tiene a mano. Ahí reside la grandeza de ello.


Vemos más muestras de que Beto es el clásico héroe griego a merced del capricho de los dioses en que otro de los invitados al congreso sea una suerte de némesis de nuestro protagonista (por motivos que no acaba de aclarar, más allá de que hayan coincido en algún otro concurso y le haya ganado un par de ellos) con el que compartirá una de esas situaciones que te hacen sentir vergüenza ajena por el protagonista más que simpatía y que por motivos igual de inexplicados lo acaba acogiendo para que trabaje con él (un deus ex machina en toda regla que volverá a repetirse más adelante).


Todo en la novela se antoja absurdo y ridículo, visto además bajo una luz cruel de tubo de neon, que lejos de edulcorarlo o suavizarlo como se suele hacer en literatura, hace parecer vulgares las situaciones más cotidianas, cuando no directamente repulsivas. David Trueba usa la voz de Beto para narrar con un estilo pueril, casi naïf, que nos hace comprender que la falta de estilización de las situaciones reflejadas pretende hacernos reflexionar sobre ellas, como los actos sexuales narrados con todo tipo de detalles, cual película pornográfica gerontófila. Todo ello sazonado con comentarios y bromas un tanto burdos que nos hacen reflexionar sobre la fatuidad de la existencia humana y en concreto de la de nuestro protagonista, que es un completo patán.


Hubiera sido muy fácil para el autor presentarnos al típico joven agobiado por la crisis en España que tiene que escapar a Alemania para subsistir, donde encuentra el amor en brazos de una mujer madura porque es capaz de ver más allá de la pérdida de su juventud en la calidez de una persona valiosa por su experiencia, más allá de sus arrugas y sus flacideces. Sin embargo David Trueba elige el camino difícil y es capaz de presentarnos a un personaje sin talento ni éxito que ha obtenido lo poco que tiene de casualidad y se sigue manejando durante todo su trayecto vital a la deriva por donde le llevan las corrientes del azar, tan sólo obsesionado con la idea de los relojes de arena (la única que parece auténticamente suya, y que finalmente le da algo de rendimiento al convertirla en una app para móviles, pero sólo porque se lo sugiere su antiguo archienemigo -de nuevo el deus ex machina) hasta tal punto que cuando finalmente decide tomar las riendas de su vida (en un desenlace que no revelaré pero que resulta obvio mucho antes de terminar el libro) no parece que lo esté haciendo en absoluto, sino más bien repitiendo el único truco que sabe hacer, en una metáfora de la generación perdida a la que pertenece, sin motivación, sin metas, sin futuro ni esperanzas.


Esta es una obra de la que me gustaría decir que es un truño insoportable, pero que no puedo por los motivos apuntados más arriba. Estoy convencido de que toda la crítica la aclamará como una pequeña gran novela y como mínimo nos granjeará la admiración y simpatía de gente con la que la comentemos como personas cultas y de sensibilidad. Podríamos haber dedicado este tiempo a leer (o incluso releer) grandes obras como A sangre fría de Capote o El americano impasible de Greene, pero nada nos hará parecer más cool como llevar este libro bajo el brazo de un sitio a otro (con la ventaja de que como es cortito, pesa poco). Realmente si has leído esta reseña ni siquiera te hará falta leer el libro, te vale para una conversación literaria de nivel medio. Un must en toda regla.


Obra mencionada -si bien es cierto que tangencialmente- de Norman Rockwell- ¿Que os esperabais, la portada del libro? Si queréis reseñas serias id a El buscalibros, coñoyá. Aquí el que elige las fotos es el mono y pone lo que le rota.


Disclaimer: esta absurdez ha sido responsabilidad de la mente enferma de Molinos por motivos que sólo ella sabrá y que espero que la hagan ir al infierno o a algún sitio peor como quizás Valladolid. Por lo demás, si alguien quiere ver otra reseña de la misma obra pero escrita en serio buena de verdad, puede encontrarla en su blog.


*En realidad el nombre del libro se explica en la última línea de tal forma que podría haberse llamado perfectamente Rompeculos o Los Muertos, PORQUE ES EL NOMBRE DE UNA CALA. Una genialidad más del autor, aunar de esa forma lo metafórico y lo mundano. BRAVO y mil veces BRAVO.

jueves, 28 de octubre de 2010

El meme que no es meme

El otro día vi en el blog de moli una entrada que me gustó. Era como un meme, pero con la ventaja de ser totalmente original y de no obligar a nadie a hacerlo -que es algo que odio de los memes. Como me gustaron las preguntas me decidí a apropiármelas (con lo que se pierde totalmente la originalidad, eso sí). Pero va a seguir sin ser un meme, porque tampoco se lo voy a colgar a nadie. Supongo que precisamente porque no es un meme, va a ser el primero que respondo en serio (porque ya he contestado a dos memes y una entrevista, pero más a mi manera).

 ¿Por qué se empieza un blog?

La verdad, no tengo ni idea. Suelo decir que lo empecé sin pensar y de casualidad, y es cierto. Pero sinceramente, uno no abre un blog si no quiere hacerlo. Supongo que me aburría, no sé. Llevaba tiempo haciendo comentarios que me parecían divertidos por ahí y me daba rabia que se perdieran, supongo que me apetecía tener un espacio propio. Ahora, curiosamente, cada vez tengo menos tiempo para leer otros blogs o comentar.

Pero vamos, lo que conté en la entrevista es literalmente cierto (creo que lo único de aquella entrada). Cuando lo empecé ni siquiera sabía si me duraría más de una semana...

¿Para qué se escribe un blog? 

Bueno, yo lo uso mucho como terapia. Además, todas esas chorradas que suelto aquí, si no lo hiciera se me quedarían en la cabeza y estaría peor. Creo que esto hace que parezca una persona normal de cara al mundo. Luego reconozco que tener tarados que me leen y se ríen me sienta bien (desde el cariño y el respeto, lo de tarados; pero vamos, que si os gusta esto es que lo estáis). Aunque sospecho que alienta mi lado más anormal. Últimamente mi yo 3D se empieza a parecer a mi yo 2D, y esto me preocupa.

¿Cómo se escribe un blog?

Pues de mil maneras distintas, depende el día. A veces anoto por ahí lo que se me ocurre. A veces le doy vueltas a una idea en segundo plano (a menudo mientras conduzco, me ducho o limpio la casa) hasta que no puedo más y me tengo que parar a anotarla. A veces simplemente me pongo delante del teclado y escribo lo que se me pasa o me esfuerzo por encontrar un tema. Antes trataba de tener una unidad de estilo, pero la verdad es que un día probé a follarme el blog y también me gustó. Sigo pensando que debería hacerme otro blog para entradas serias, pero la verdad es que da mucha pereza. Ya me cuesta mantener uno... Nunca sé de qué va a ir la próxima entrada (a no ser que la tenga programada) y siempre creo que no se me va a ocurrir nada publicable. Pero al final siempre sale algo.

Lo que si intento es mantener una cierta periodicidad. Me encantaría publicar todos los días, pero también tengo vida, así que ya me cuesta bastante hacer uno o dos semanales (el tema del viernes no cuenta, ese casi no me da trabajo, a no ser que traduzca la canción). A veces desaparezco. Pido disculpas por ello, pero ya he dicho que tengo vida fuera de esto, y a veces interfiere.

¿Mola que te comenten?

Mola todo. Incluso hice un post sobre eso. La verdad es que me da mucha pereza responderlos, porque yo las respuestas procuro currármelas al nivel del post, pero me parece que la gente se merece que responda. Eso sí, si un día tengo más de diez comentarios, ya aviso que voy a empezar a pasar de contestar, que no sabéis el tiempo que se tarda. Pero mola mucho tener comentarios, solo con las visitas no te llega igual si le molas a la gente.

¿Eres de verdad tú en tu blog?

Me gustaría decir que no, que es un papel, pero la verdad es que creo que este soy mucho más yo que el que te puedes cruzar por ahí en 3D. Eso sí, no es mi yo completo, que yo tengo muchos matices. Si tuviera tiempo, podría abrirme varios blogs distintos y sospecho que nadie los relacionaría. Pero vamos, este trocito de mi personalidad es totalmente mío. Y un trocito que conoce solo la gente que me tiene mucha confianza. Aunque es cierto que esta parte de mi personalidad se está apoderando del resto.

¿Se piensa en dejar el blog?

Día sí día no, más o menos. Mi vida es muy complicada -más de lo que a menudo se percibe leyendo esto- y el blog me la complica un poquito más. En realidad creo que solo he pensado en cerrar el blog en serio tres o cuatro veces. Si hay algo que mola de internet es la posibilidad de desaparecer totalmente del mapa, algo que en la vida real es muy complicado. Pero este es mi primer (y por ahora único) blog, y le tengo cariño a pesar de todo. Si un día las cosas se ponen complicadas de verdad es posible que lo cierre. Pero lo de escribir me ha gustado, no creo que lo deje nunca. Eso si, será en otro sitio y con otro nombre, así que no lo vais a saber.

¿Te arrepientes de lo que escribes?

Creo que nunca. Pero claro, yo tengo muy mala memoria. Una vez borré una entrada, pero fue porque alguien me dijo que la historia que contaba era demasiado personal y podía comprometer mi anonimato (gracias a dios, fue antes del reader). Pero no solo no me arrepiento de lo que escribo, sino que a menudo me releo y me rio conmigo. Algo que considero una clara evidencia de mi propia idiotez, sin duda.

¿No te está quedando muy largo el post de hoy?

Para nada. Largo me quedó el de la religión, que ese si que lo tenía que haber sacado en dos partes. Y puede que incluso tenga alguno más largo por ahí. Tengo tendencia a extenderme mucho, no puedo evitarlo. Y la verdad es que cada vez me preocupa menos. Supongo que es lo que tiene la madurez, que el tema del tamaño te deja de preocupar. Y la longitud de los posts, también.