Esta historia se escribió en mi cabeza mucho antes de Trabajos de pintura, aunque terminé escribiendo aquella antes. Viene a ser otro punto de vista de la misma historia, aunque va un poco más allá. Para todos los que pidieron una segunda parte, y a pesar de que dije que no lo haría, aquí está. Antes tenía otro final, pero lo he cambiado en el último momento.
Sé que algún día iré al infierno por todo esto. O peor todavía, me colgarán. Nunca he pretendido ser la mejor persona del mundo, pero si cometí errores ya pagué por ellos. Ahora trato de llevar una vida decente. Me mantengo limpio, y no me meto en líos. Si acaso algo de jarana con los chicos en el bar, pero nada más.
Para una vez que encuentro algo limpio y puro, he tenido que corromperlo.
Desde que salí de Edgefield me dediqué a subsistir a base de pequeñas chapuzas. Un día Mich, el del bar, me dijo que si me interesaba pintar la casa de los Olsen. Dije que sí, claro. Era un trabajo sencillo y me venía bien la pasta. "No la cagues", me dijo Mich. No supe a qué se refería.
Cuando conocí a Frank, el señor Olsen, me pareció un tipo agradable. Aburrido, probablemente honrado. Uno de esos tipos con pinta de no haberse emborrachado en su vida. Acordamos un precio y me dijo cuál era su casa. Le pedí prestada la camioneta al gordo para llevar la pintura (la mía seguía en el taller, Samuelson decía que no me la pensaba devolver hasta que le pagara el arreglo) y me dirigí allí.
La casa era agradable. Uno de esos sitios donde vive la gente decente. Pensé que yo podría haber tenido una vida así. Pero a quién pretendía engañar, yo no era como el señor Olsen.
Descargué el material y fui a devolver la camioneta. Al rato volví en la moto y me puse a trabajar. Me extrañó un poco que nadie saliera a recibirme. Pensé que quizás la señora Olsen había salido a comprar.
Llevaba ya un rato trabajando cuando me pareció ver algo moverse en una ventana. Sin dejar lo mío fijé mi atención en la del salón. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, la vi. Escondida detrás de las cortinas como una niña pequeña que espía a hurtadillas como sus padres hacen el amor. Era la cosa más hermosa que había visto en mi vida. A pesar de ser toda una mujer, tenía la mirada inocente de una niña de seis años. Cuando la vi me di cuenta de que solo había conocido a mujerzuelas. Y sin embargo no era como esas beatas estiradas que veía salir de la parroquia los domingos. Esta era distinta a todo. Se le notaba que tenía fuego en la mirada. Y que necesitaba un buen polvo tanto como yo.
Inmediatamente recordé las palabras de Mich, "no la cagues", y entonces comprendí. El cabrón debía conocer a la señora Olsen y sabía dónde me estaba metiendo. Menudo hijo de perra. Lo que iba a disfrutar por la tarde riéndose de mí, debió de pensar. Por otro lado, tenía razón. Yo necesitaba el trabajo, y no era buen momento de meterme en líos. "No la cagues, Doug", me dije.
Así que un día tras otro, me limité a hacer a mi trabajo. Iba y lijaba, desmontaba, pintaba... lo que fuera. Como si ella no estuviera. Hacía mi trabajo y me largaba al terminar. Nunca salió a decirme nada. Pero la notaba como me seguía con la mirada todo el rato. Como un conejillo asustado mira a la zorra desde su madriguera, sin atreverse a salir ni a correr. Sabiendo que es presa fácil y no tiene escapatoria.
Juro que nunca tuve intención de nada. Lo pensé, es cierto. Cómo podía no pensarlo. Soy un tipo normal. Mi sangre hierve como la de los demás. Y desde que salí de Edgefield solo había estado con furcias. Sentir el deseo real detrás de aquellos ojos azules me estaba volviendo loco. Me preguntaba quién de los dos era realmente la presa.
Aun así, juro que entré por casualidad. Un día, cuando ya llevaba bastante allí, descubrí que no había llevado nada para beber. Estaba empezando a apretar el calor y me moría de sed. Me dije que no mil veces, pero al final no pude más. "Solo quiero un vaso de agua, no es nada malo", me dije. Cuando llamé a su puerta ni me di cuenta de que no llevaba la camisa puesta.
Bien, no soy un tipo que esté acostumbrado a contenerse. No sería el tipo que soy si supiera hacer eso. Si me gusta algo, lo cojo. Pero esta vez, no. Sabía que tenía algo delante que era único y no quería mancharlo con mis manos sucias. Me dije "solo vas a mirarla, Doug; te tomarás tu vaso de agua y te largarás". Y la miré. Vi el fuego en sus ojos. Supe que no iba a ser tan sencillo.
Antes de entrar me hizo ponerme la camisa. Esto me hizo avergonzarme un poco. No había pensado que hubiera nada pecaminoso en ello, hasta que lo mencionó. Me puso tan nervioso que no acertaba con los botones. Tuve que hacerlo muy lentamente. Ella me miró todo el rato como si fuera una maestra, para darme mi premio o mi castigo. Cuando terminé se dio la vuelta para buscar mi vaso de agua. No pude evitar recrearme en ella. Dios, era un desperdicio dejar pasar algo así. Por debajo de su vestido de verano se podía imaginar más de lo que yo era capaz de soportar...
Me dio mi vaso de agua y lo bebí de un trago, como si fuera la primera vez que bebía en mi vida. Cuando terminé me preguntó "¿desea algo más?" y creo que perdí el control.
La besé ¿qué hubierais hecho vosotros? Tuve que besarla. Y juro que si ella me hubiera pedido que parara, lo hubiera hecho. Pero respondió. Vaya si respondió.
Lo lamento por su vestido, que no tuve la paciencia de desabrochar. Y por lo que hubiera encima de la mesa de la cocina, porque algo debí de romper. Pero juro que nunca vi a una mujer tan lista para aquello. Su cuerpo lo estaba pidiendo a gritos. Sospecho que le hice cosas de las que el señor Olsen no había oído ni hablar. Pero necesitaba hacérselas. Todas y cada una. Creo que la besé en sitios que él no había visto nunca a plena luz del día. Sé seguro que nunca le habían besado de esa manera por el gritito de sorpresa que soltó cuando metí la cabeza debajo de su falda. No paré hasta que volvió a gritar. Luego la coloqué encima de la mesa y le arranqué lo que le quedaba del vestido. No creo que ella lo hubiera hecho nunca encima de una mesa, y aun así, creo que fue la primera vez que lo hacía de verdad. Nunca olvidaré el rubor de sus mejillas cuando terminamos. Y su sonrisa. De repente era otra mujer. Había dejado de ser una niña.
Aquella no fue la única vez, claro. He tratado de resistirme todo lo que he podido, no quiero meterme en líos otra vez. Pero es muy difícil decirle que no a una mujer, y menos a una así. Le ha cogido el gusto y cada vez quiere más. No sé decirle que no a nada. Si me pidiera que matara por ella, lo haría.
Sé que un día iré al infierno por esto. Pero ella está mucho más guapa ahora de lo que lo ha estado nunca.
9 comentarios:
Yo iba a irme sin comentar...pero de repente me he acordado de la cabra y el super héroe, así que me veo obligada a decirte que me ha molado un montón.
A mí también. Genial, me ha gustado más que la otra.
Me ha gustado :) ¡Más!
Me ha encantado, BH. Supongo que ahora toca pedir la tercera parte, porque necesitamos ver la historia con los ojos de Frank. Últimamente me llaman mucho los relatos así, un poco grises, imagino que porque parece que todo se me desmorona y, no sé, me hace sentir un poco mejor leerlos, aunque no parezca tener mucho sentido.
Fabuloso...
No tan fabuloso que estoy tratando de escribir un microrrelato y al lado de esto..cualquier cosa que perpetre merecerá ir directamente a la papelera.
y ya sabes..he estado aqui y te he leido.
Que cuentes nuestras intimidades, pase. Pero que me pongas de mojigata... por ahí no paso, BH.
Ahhh... preciosooooooo... genial!
Burbu: gracias por hacerlo. Es que si no, no me entero de que te ha gustado...
CRD: pues a mi casi me gusta más la otra, pero supongo que es porque esta me ha sido muy fácil de escribir.
Islander!: si no cambio de idea, es posible que haya una tercera parte. Eso sí, seguramente con ella termine este tema, que tampoco pretendo hacer una novela con esto.
Anabel: Has dado en el clavo, estaba pensando hacer la visión de Frank. Le daré un par de vueltas al tema.
Y si te encuentras pocha, mándame un correo. No te voy a arreglar nada, pero se me da bien escuchar. Ánimo guapa.
molinos: Bueno, esto es como andar. Se pone un pie delante del otro y te mueves en una dirección. Escríbelo, seguro que te sale mejor de lo que esperas. A mi lo que hago me sigue pareciendo una mierda...
Barbi: No sabes lo que había leido. Ah, sí que lo sabes, que te lo conté. Pero vamos, que en esta historia sospecho que tú eres el tio, que tengo asumido que eres mucho más machote que yo... XP
Totoro: me alegro que te haya gustado.
Upsssssssssssssss ...... :-O
(Más!)
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