martes, 28 de julio de 2009

Karts test dummies

Hace mucho tiempo, casi ya en otra vida, trabajé en un circuito de karts. Sé que suena raro, pero yo es que he trabajado casi de todo. En realidad realmente era otra cosa, aunque digamos que los karts formaban parte importante de la actividad. Otra parte eran los niños, pero de eso casi prefiero no hablar...

Al empezar la jornada cada día, lo primero que hacíamos al llegar era sacar los karts y dejarlos aparcados en las pistas en ordenada formación. Esto suena divertido, pero la verdad es que solo tenía gracia hasta el tercero, a partir de ahí se empezaba a hacer monótono.

10. Arranca el kart
20. llévalo a la pista
30. vuelve a por otro
40. GOTO 10

En realidad era casi peor guardarlos al final del día, pero ahí ya estabas reventado y no te daba ni para pensar...

El caso es que entre que a mí que no me gusta nada aburrirme y que soy bastante de hacer lo primero que se me ocurre, rápidamente me empecé a aficionar a conducir los karts de maneras imaginativas. De hecho se puede decir que me hice un experto en conducción acrobática de Karts. Mi postura favorita, a la que llamaba el surfer, consistía en conducirlo de pie sobre un lateral como si fuera un monopatín, apoyando un pie delante de la rueda trasera y el otro detrás de la delantera, y cogiendo con una mano el volante y con la otra el asiento. Esta postura tenía gran espectacularidad, con el único inconveniente de que al no llegar a los pedales, para acelerar tenía que tirar directamente del cable del acelerador, que tenía una peligrosa tendencia a quedarse enganchado (hacedme caso niños, no hay que tirar del cable, los pedales están para algo). A esto habría que añadir que desde arriba era bastante difícil encontrar el pedal de freno, por lo que mis compañeros se habituaron rápidamente a verme rodando por el suelo, lo que provocaba gran hilaridad (a los demás).

De todos modos tengo que decir que una de las más gordas no fue culpa mía. Los karts son unos bichos vengativos y seguramente no del todo carentes de sentido de la ironía. Una mañana en que iba perfectamente sentado en el asiento y conduciendo del modo correcto, advertí nada más pisar el pedal del acelerador como el motor se revolucionaba a tope y no bajaba de vueltas. Y esto si que no era nada habitual. Tengo que decir que estos karts eran para uso infantil y de escasa potencia, por lo que algo así no produce ningún pánico (al menos no a alguien habituado a caerse de ellos), pero de todos modos se me planteaba un problema que requería una rápida solución. Y seguramente recién levantado no estaba en las mejores condiciones para tomar una decisión rápida.

Lo habitual ante una situación así -teniendo en cuenta que los frenos eran muy malos y no eran capaces de detener el vehículo con el motor trabajando a toda potencia- hubiera sido dirigir el kart contra los neumáticos de protección del circuito para detener el vehículo con un mínimo de desperfectos, pero resulta que esos neumáticos luego los tenía que llevar yo al sitio y no me apetecía. En su lugar me pareció mejor idea intentar desenganchar el cable del acelerador para poder frenar con normalidad. Bueno, al menos a mí me pareció buena idea. Al tomar esta decisión no valoré convenientemente la situación en toda su complejidad, como luego se verá.

Lo primero era girar el volante del vehículo para dejarlo dando vueltas y que no llegara a impactar contra nada. Lo segundo, ponerme de pie en el mismo y con mucho cuidado desplazarme hasta la parte trasera para alcanzar el principio del cable que estaba situado en justo al final del motor. Los más familiarizados con los fundamentos de la física habrán advertido ya el fallo del plan. Si amigos, la fuerza centrífuga es una perra. El resultado inmediato fue que mis compañeros cuando salieron con la siguiente tanda de karts, me encontraron en el suelo de la pista, dando volteretas hacia atrás. Ahora, lo que de verdad les produjo perplejidad fue ver un vehículo sin conductor dando vueltas en medio de la pista como si estuviera poseído.

Cuando dejé de dar volteretas y se me pasó el ataque de risa, me enfrenté a dos problemas. En primer lugar detener el kart que giraba en la pista como un loco con un mínimo de daños. En segundo lugar y mucho más difícil, explicar a los demás como algo así podía pasar...*

Y esta es la historia de como inventamos el 'Rodeo Kart', una actividad que todavía se practica en algunos lugares de Texas...

(Mis ex-compañeros no me creen cuando le digo que echo de menos aquel trabajo pesado y mal pagado, pero la explicación es que me reía muchísimo...)

Otro día igual cuento la historia de como casi me mato con un Kart de competición...

El mono de la documentación que está en plan gracioso. No, si encima vamos a tener que reirle las gracias. Claro, como es un gorila macho a fricano, se cree supergracioso. Y a ver quién le dice que no...


*Esta historia todavía hoy se recuerda en las cenas cuando nos juntamos de vez en cuando; de hecho creo que se les fue contando a los que fueron incorporándose después de irme yo (sospecho que como ejemplo de lo que no había que hacer), junto con alguna otra más del mismo tipo. Supongo que esto explica que cuando nos juntamos, gente con la que no llegué a trabajar nunca me saluden como si me conocieran... y se rian.

8 comentarios:

ender dijo...

Tio, cada vez que te leo me viene una palabra a la cabeza: "Crack". Y es que eres un crack.

Por lo demás, este comentario era solo por el pobre heroe, que debe estar hasta los co..nes de la p..a de la cabra.

Laura dijo...

Jo, que envidia. Yo también quiero trabajar en algo divertido, y caerme y dar volteretas xDDDD.

Menos mal que eran Karts, cualquiera te deja cuidando vívoras.
Un saludo.

Biónica dijo...

Yo tuve una vez un novio que corría con karts de competición, así que estoy bastante familiarizada con el tema. Y no, no es gracioso caerse y dar volteretas encima de un kart, yo me pequé una hostia guapa en uno de los de alquiler, y otra vez sin mediar culpa mía, me enchufaron pero bien, y me quedó la espalda jodida xD.

Anda que no he echado horas en el puto circuito ejercitando mi paciencia xDDD. Saludos

B dijo...

Y yo a estas alturas del cuento sin haber montado jamás en un kart...aunque, vistos mis antecedentes de torpeza, no me sorprende demasiado que mis padres jamás me llevaran...

Blanco Humano dijo...

Ender: gracias tío, no me lo merezco. Aunque a mí cada vez que me releo la palabra que me viene es 'enfermo mental', pero vamos, lo de las asociaciones es lo que tiene, que son libres (mira, acabo de hacer un chiste de psicología).

Y se de buena tinta que el héroe le empieza a hacer ojitos a la cabra. Si es que el roce hace el cariño...

Ixchel: Hostia, es verdad, yo en una tienda de animales hubiera durado poquísimo. Menos mal que no se me ocurrió probarlo...

(mira, ahora tengo curiosidad: ¿tendrán cosquillas las serpientes? Seguro que se me habría ocurrido probarlo..)

Biónica: es que hay que procurar dar las volteretas sin el kart; darlas encima de él ya es menos gracioso (mmm... que también lo he hecho un poco).

Y yo también he hechado horas en el circuito, pero al menos a mi me pagaban por aburrirme. Tienes toda mi solidaridad.

Bichejo: tú no eres torpe, solo un poco distraída... de todas formas por tu propia seguridad no te recomiendo lo de los karts... en tú caso ir en autobús ya me parece peligroso... ;D

B dijo...

Pues cuando te cuente las TRES veces que me he caído subiendo y/o bajando de un autobús, me vas a pedir que sólo vaya andando a los sitios...

Blanco Humano dijo...

Eres un caso... andando y cubierta de plastico de burbujas. Yo de pequeño me caia mucho, ñero no se como lo solucioné. Creo que mirando por donde ando... XD

B dijo...

Pero si yo miro...a las musarañas, a la gente que pasa, a los coches de alrededor, a la punta de mis pies...