jueves, 10 de abril de 2008

La piedra

Comenzar un post diciendo que tengo el blog un tanto abandonado comienza a ser una tradición. Pero dado que sigo teniendo un número constante de visitas -un saludo desde aquí a los robots de Google(™) y otro muy especial a todos los que entran por Google Imágenes(™) buscando Dios sabe qué, y que por cierto no van a leer este post porque no lleva ninguna foto; ACTUALIZACIÓN: al final no lo he podido evitar; es que un post sin foto no es un post- me veo en la obligación de colgar algo. Lo que pasa es que como estoy un tanto desconectado de los asuntos humanos voy a tener que recurrir al viejo truco de contar una anécdota viejuna. La he contado tantas veces que no creo que quede nadie que no la conozca, pero teniendo en cuenta que este blog no lo lee nadie -bueno, casi- que me conozca de verdad, creo que no hay peligro de que me repita. Si has escuchado esta anécdota antes, probablemente te la conté yo, así que ya puedes ir corriendo al Daily Planet a desvelar al mundo mi identidad secreta.

Yo, como casi todo el mundo, -excepto quizás los del programa de protección de testigos-, tengo un pasado -bueno, los del programa de protección de testigos también, lo que pasa es que no lo pueden contar*-. El caso es que en ese pasado yo tenía el pelo largo. El hecho de que muchas chicas me preguntaran sobre qué me ponía en el pelo para llevarlo tan bonito -bueno, a lo mejor lo que querían saber era otra cosa, pero lo que preguntaban era eso- no impedía que en aquella época llevar el pelo largo me convirtiera automáticamente en sospechoso de algo. No olvidemos que entonces no era tan frecuente. Luego sí. De hecho creo que lo puse de moda yo. Pero antes solo llevaban el pelo largo los macarras. Y, claro, conducir un 124 con llantas y volante deportivos (juro que las puso mi madre, yo no tuve nada que ver; si, mi madre está loca, que le vamos a hacer) no mejoraba la situación. Y más teniendo en cuenta que era un vehículo que ya no estaba, digamos, en su mejor momento. Yo diría más bien que estaba en esa época que pasa todo vehículo veterano, justo antes de convertirse en un clásico a recuperar, en que es un montón de chatarra asqueroso. De hecho cuando en aquella época la gente pensaba en un 124 la imagen que le venía a la cabeza era la del Vaquilla escapando de la Guardia Civil. Creo que a los propios Guardias Civiles les venía esa imagen a la cabeza, así que verme aparecer y pararme para pedirme los papeles era todo uno. Llegué a automatizar la conducta de tal forma, que en cuanto me encontraba con un control de la Guardia Civil, directamente me echaba a la cuneta sin esperar a que me dieran el alto. Respuesta condicionada, le llaman.


Esto es lo más parecido que he podido encontrar, aunque en realidad es un 1430.
El mío era casi más macarra.


Menos mal que normalmente se limitaban a pedirme los papeles, lo de la obsesión por los controles de alcoholemia vino luego. Me parece que en aquella época les traía al viento que condujeras con un par de cervezas de más siempre que no mataras a nadie con ello. Eran otros tiempos. O eso o yo tenía mucha suerte.

Un sábado por la noche en que volvíamos... estooo, de nuestra reunión semanal para comentar la Biblia... (llamémosle así) nos encontramos con un control de carretera. Bueno, he dicho sábado noche, pero la verdad es que el sol brillaba alto en el cielo. Supongo que nos quedamos enganchados en algunos pasajes especialmente complejos del Deuteronomio o algo. En cualquier caso me parece que los señores de la betemérita... beremérita... bene... Guardia Civil, nos debieron de confundir con alguien, o estaban buscando algo, o tenían curiosidad por conocer a fondo la mecánica de un vehículo anterior a la invención de la dirección asistida, porque les faltó poco para desmontármelo hasta el chasis. Y ver a un señor con mono azul desmontarte el coche es inquietante, pero que lo hagan tres señores con ametralladoras produce una cierta, digamos, inquietud existencial.

Todo transcurrió con normalidad (si es que a algo así se le puede llamar normal) hasta que uno de los señores con ametralladora encontró algo en la guantera y se lo pasó al que parecía estar al mando, diciéndole algo al oído; éste se acercó a mí y me preguntó:

-¿Etto que éh? -la verdad es que no recuerdo que hablara con acento, pero yo a los guardia civiles y a los militares siempre me los imagino hablando como el Sargento Arensivia, no lo puedo evitar.

Lo que el agente en cuestión me mostraba era un objeto de aspecto irregular cuidadosamente envuelto en papel de plata. Para que nos hagamos una idea, algo así como un trozo de una pastilla de turrón, pero algo más grueso y como más consistente.

Una piedra. De hecho una muy parecida a la mía, pero más pequeña.

Aquí debería hacer un inciso. Yo soy una persona tranquila. Se dice que si eres capaz de conservar la calma mientras reina el pánico a tu alrededor es que no te has enterado de la dimensión del problema del marrón en el que estás metido. Pues yo soy ese. De hecho soy lo suficientemente tranquilo como para que un Guardia Civil armado me enseñe algo con toda la pinta de haber llegado de Marruecos evitando a los perros policía y contestarle con toda la tranquilidad que "eso no lo había visto en mi vida".

El guardia civil me miró con cara de "Si, claro" mientras comenzaba a desenvolver cuidadosamente el paquete. Eso me dio tiempo a pensar.

Y aquí tengo que hacer otro inciso. Mi madre está loca. Pero eso sí, es una loca muy aseada. Así que si tiene que parar el coche en una rampa coloca una piedra detrás de una rueda para asegurarse de que no va a fallar el freno. Y para evitar tener que coger una piedra de la calle que vaya usted a saber dónde habrá estado, coge una, la limpia con jabón cuidadosamente y la envuelve el papel de aluminio, hasta que parece el alijo más gordo incautado nunca en un control de carretera. Mi madre es así y a ella le parece normal.

Yo no tenía ni idea de que llevaba algo así en el coche, pero me lo empecé a imaginar -porque para eso conozco a mi madre como si ella me hubiera parido a mí- así que antes de que el señor guardia civil pensara que lo llevaba sólo para poder cachondearme de ellos, traté de explicárselo.

-Ah... esto... eso puede que sea una piedra que gasta mi madre para cuando para el coche en cuestas... y tal... -el agente me miró con cara de creerme lo mismo que antes o todavía menos, mientras en el fondo de sus ojos se veía un brillo que delataba que estaba pensando "anda pringao, que te hemos pillao de marrón y se te va a caer el pelo". Seguro que ya se estaba viendo venir un ascenso y todo.

Finalmente el guardia civil descubrió la piedra. La miró. La rascó un poquito. Se olió el dedo.

Me miró como si estuviera calculando cuanto le caería por darme en la cabeza con la culata de la ametralladora y finalmente dijo: 'Anda, largaros de aquí'.

No fue hasta que subimos al coche que alguno de mis amigos, blancos todavía, abrió la boca.

-¡Menudo susto c*br*nazo! ¡Casi me cago encima!

-¿Qué pasa, tío?. No pensarías en serio que llevaba medio quilo de chocolate en la guantera, ¿no?

-No, claro, pensaba que llevabas medio ladrillo envuelto en papel de plata. No te j*de, el tío...

Visto así, lo mismo sí que era sospechoso el paquete.




* Aprovecho la ocasión para mandar un saludo a mis ex-cómplices compañeros de correrías a los que tengo un poco abandonados últimamente. A ver si quedamos un día para tomarnos unas cervezas y recordar batallitas...

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Un 124 tuneao, melenas macarras... si además le añades un chandal fosforito o unos Lee de pitillo eras de mi grupo de colegas! Bueno, aunq nosotros lo q llevábamos era un 600 y las chinas no eran de mentira, no.

Blanco Humano dijo...

¡Eh, los Lee molaban! ¿Todavía los seguirán haciendo? Ahora, lo del chándal de yonki, es de prisión incondicional, ya te lo digo.

Lo dicho, todos tenemos un pasado.

Jezabel dijo...

Habría que haberte visto la cara... pero no te quejes, que a mi novio le fallaron los frenos justo antes de parar en el control de la guardia siví y se llevó a dos por delante...

Crystal dijo...

Josh, Jezabel, tienes que controlar esas clases de Iraaa personalizada que impartes a tus seres queridos y/o cercanos. Os váis a meter en un lío, que no todos tienen la coña absoluta de Blanco Humano (para los incrédulos, repasáos el post sobre ese cónclave de moteros de junio del año pasado).

Jezabel dijo...

Definitivamente, creo que si alguna vez veo a BH sobre ruedas, me pondré a cubierto.
Por si acaso.
Sólo por si acaso.

Blanco Humano dijo...

Jez: tu novio es a partir de ahora oficialmente mi héroe. No es que me parezca bien ir atropellando Guardia Civiles, pero como cómico no tiene precio. Yo hago eso y cuando salgo creo que simulo ir armado para que me acribillen y haberiguar cuanto se paga de multa por algo así.

Y yo no soy peligroso conduciendo, jo. Bueno, últimamente no.

Crystal: no creo que lo haga a propósito, es una especie de aura que afecta a los de su alrededor. Y si, lo de los moteros casi fue más chungo...

Blanco Humano dijo...

Hala, he puesto 'haberiguar' sin diéresis. Si es que soy más bruto, a veces...

Jezabel dijo...

Que mi novio sea el héroe de alguien debería estar prohibido por ley.
Y haverijüar se escribe con v y j.

Crystal dijo...

... mis pobres ojos, cabron*s...

Tu en ti seven dijo...

Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajajajajaja!!!
Crossover de esos para ponerle un monumento a tu madre ya!!! Le dedicas pocos post me parece a mí ...
Ahora, con lo del 124 me has matao ... según mis cálculos eres más joven!!!

Cómo habemos cambiado, que decían los Presuntos.