(Nota: este es un post precocinado. Es que tengo varios por ahí que se me van a caducar, y si no les doy salida voy a tener que tirarlos. Calentar un minuto en el microondas y servir.)
Para todos aquellos que no lo sepan Ikea es una tienda.
Bueno, en realidad una tienda, no. Ikea es el parque temático de la decoración. Es un sitio que mola, porque para empezar es completamente enorme. Y a pesar de que va en contra de toda lógica, la gente sigue intentando recorrerlo en un día (en Port Aventura al menos te puedes comprar una entrada de dos días y pasar la noche allí; yo creo que tendrían que hacer lo mismo).
Luego tiene otra cosa que mola, que es que tú no vas a donde quieres, sino que tienes que seguir un recorrido, como en el tren de la bruja. Eso sí, hay atajos para pasar de unas partes a otras, pero de qué te sirven si no sabes a dónde te llevan; o qué te vas a perder. Porque eso también lo tiene el Ikea, en cuanto estás allí 5 minutos te empieza a parecer que el diseño sueco es estupendo y que necesitas un montón de cosas que 5 minutos antes no sabías que existían. A esto se le conoce el síndrome de Estocolmo, que se ve que es donde está la sede de Ikea.
Y es que los suecos son muy originales. ¿En que otro sitio se puede comprar una rata de peluche? Si lo hay yo no quiero saberlo.
Como ya saben que la visita va a ser larga ponen a disposición de los clientes un autoservicio sueco. Que a mí tengo que decir que me defraudó, porque yo esperaba encontrar filetes de orco o Gnomos en salsa de arándanos, o por lo menos carne de reno, pero lo más exótico que encontré fueron unas albóndigas que sabían a comida para perro. Bueno, metafóricamente hablando, claro, porque yo no he probado nunca la comida para perro. Pero bueno, que se pegaban a las muelas de la misma manera, las p*t*s albóndigas.
Y lo mejor de Ikea es que la diversión no parece acabar nunca. Primero por lo largo del recorrido. Segundo porque cuando ya has terminado de verlo todo tienes que ir a coger los bultos grandes en los estantes de abajo, de los que te has ido anotando las referencias en la libretita (y si luego en lugar del botellero resulta que te llevas un tendedero de ropa, pues... ¡mucho mejor!). Y cuando ya has hecho todo eso y crees que ya te vas a ir, llegas a las cajas y ves La Cola. Porque en un supermercado hay cola, pero en Ikea está La Cola. Cuando en una tienda tienes a 7 personas delante y en cada carro hay equipamiento completo para decorar una casa, sabes que no va a ser rápido. Y cuando llega tu turno y te das cuenta de que has estado cogiendo un montón de cosas que te parecía que no eran muy caras, te das cuenta de que va a ser... doloroso.
Y aun queda la mejor parte: el montaje. Montar muebles de Ikea se parece mucho a jugar a la consola con tu sobrinito de 6 años, que si le ganas quedas como un patán, y si pierdes, como un torpe. Porque si eres capaz de montar un mueble de Ikea ni siquiera te puedes hacer el importante, pero como hayas tardado más de una hora en hacerlo encima vas ha quedar fatal. Que yo aquí recomiendo nada más abrir la caja coger un par de tornillos y tirarlos por la ventana. Si sabes que no puedes ganar, al menos asegúrate una derrota digna. ('Ah, hombre, claro, es que si faltan piezas, yo esto no puedo montarlo...')
Antes de terminar un par de apuntes sobre la sección de animales: a juzgar por los juguetes, los suecos sólo tienen gatos. Y el que inventó un tirador para jugar con un perro nunca ha tenido un pastor alemán de 37 kilos capaz de arrastrar un vagón de tren con los dientes. Si yo le compro eso a mi perro el juguete soy yo (de hecho mi perro es tan grande que le he tenido que comprar una mascota para que se entretenga; un Cocker Spaniel. Es que me daba miedo que si le compraba algo más pequeño se lo comiera...)
Y hasta aquí mis impresiones sobre Ikea. La próxima semana, Carrefour: como perder media hora buscando las anchoas.
ACTUALIZACIÓN: como soy relativista por naturaleza y me gusta ver las cosas desde todos los puntos de vista, recomiendo encarecidamente a todo el mundo que se pase por El estilo IKEA, un blog donde se retrata perfectamente a todos los memos que nos pasamos por allí y el sufrimiento intenso que ello acarrea para sus benditos empleados, para diversión de todos los que podemos leerlo en su blog. Como muestra, el FAQ, quiero decir, sus preguntas frecuentes. Todo un clásico.
(Una vez más, descubierto gracias a Microsiervos)
9 comentarios:
FUI UNA VEZ AL IKEA. tUVE QUE ENTRAR VARIAS VECES, POR ESTAR ESPERANDO A MÁS GENTE; NINGUNA DE LAS VECES SUPE POR DONDE SE ENTRABA, Y ME COLABA ENTRE ALS CAJA. Y LUEGO EL RECORRIDO ESE QUE COMENTAS...
Jo, pondré la visita al Ikea en mi lista de cosas pendientes.
Nooo!! Huye, Jezabel, no sabes en lo que te metes...
Por cierto, Blanco Humano, este post ha causado furor entre mis compis. Es que estas experiencias unen mucho, ya se sabe.
Javier: Ah, no hombre, si entras por el final no tiene gracia...
Jezabel: ¿antes o después de lo de conquistar el mundo?
Crystal: es lo que tiene el sufrimiento, que une mucho...
(Ah, por cierto, y gracias por el proselitismo, ya me dirás donde te mando el jamón)
A mi casa, por favor :)
Muy bueno tu post.La experiencia ikea es tal y como la cuentas.
Me gustaría invitaros a visitar mi blog http://piratasdeikea.blogspot.com
En el encontrareis otras maneras de interpretar los productos de IKEA, transformándolos y dándoles usos distintos a los originales.
Espero que os guste y encontreis en él buenas ideas.
Un saludo:
Marta
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¡Alarma de Spam!, ¡Alarma de Spam!
¡Alguien a colado publicidad en mi blog!
No, es broma, Marta. Me ha parecido alucinante tu blog. Es un poco como lo que hacen los moteros con las custom... pero con muebles, no? ¿También lleváis tatuajes?
guaaa!! me encanta el blog, siempre encuentro temas muy interesantes.
noticias: pues me alegro, para eso lo hago. Por cierto, te llamas igual que mi blog. De nombre, digo, no de apellido.
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