Hoy quiero hablar de un tema que me preocupa especialmente. Son las pequeñas pérdidas. Y no hablo de esas pequeñas pérdidas de orina que tanto parecían a preocupar a Concha Velasco. Me refiero a esos pequeños objetos cotidianos que desaparecen repentinamente.
A mí esto me pasa a menudo. Uno podría decir que se debe a mi natural despistado, un rasgo que compartimos muchos genios. Pero la verdad es que no. Un corte transversal de mi cerebro mostraría que la mayor parte de mi cráneo está ocupada por una patata cocida (salvo una pequeña dedicada a pensar en sexo, asumo). Yo otra explicación no le veo.
Hay dos tipos de desapariciones. Las repentinas, cual tirón de cera de esteticién, y las borrosas cual noche de sábado (especialmente a partir de las tres de la mañana). Las primeras son inquietantes, porque recuerdas con precisión la última vez que viste el objeto. Y esto es importante, porque cuando pierdes algo siempre hay alguien que, con la mejor intención (supongo) te insta a que te esfuerces por recordar el último sitio en el que viste el objeto.
-A ver ¿cuál fue el último sitio donde viste tus llaves?
-Aquí, las tenía aquí. En la mano ¿sabes? ¿Te sirve eso de ayuda?
-Pero ¿no recuerdas nada más?
-¡Oh, es verdad! En ese momento se cruzó un unicornio en mi camino ¡Es cierto! ¡Las tiene el unicornio! No, espera. Creo que fue un elfo...
Es que ¿qué se supone que pretenden? ¿No es obvio que no te acuerdas? ¿De verdad esperan que contestes: 'pues la última vez que las vi, las estaba tirando a la basura, ¿dónde estarán ahora?'.
Pero el otro tipo de pérdida es todavía más inquietante, porque tus recuerdos parecen esfumarse en una niebla espesa que te impide recordar con claridad. Que yo en ese caso me siento un poco como en una peli de Shyamalan.
-Pues la última vez que vi las llaves fue... fue... no sé, la verdad. Pero estoy seguro de que tenía unas llaves. Es decir, recuerdo haberlas tenido. Alguna vez. Bueno, creo. A lo mejor lo soñé ¿Y si esto no es más que un sueño? Igual todo el rato he soñado tener llaves y Bruce Willis no está muerto...
Con los objetos pequeños es más fácil, porque basta con buscar en la ropa que llevabas. Bueno, más bien en toda la ropa. Es decir, he perdido algo, no sé exactamente cuando ni donde ¿se supone que recuerdo qué ropa llevaba? ¿Estamos locos o qué? Bueno, pues la miras toda. Pero ¿en qué clase de bolsillo se puede esconder un libro? (y aquí tengo un mensaje para los editores de libros del mundo: señores, no sé que tipo de ropa llevan ustedes, pero en los míos no cabe un libro de bolsillo; a ver si aprendemos a miniaturizar un poco mejor).
Todo esto me ha hecho reflexionar sobre el tema. Y he llegado a una conclusión, claro. Y es esta: los objetos no se pierden. En absoluto. Todos estos objetos que desaparecen son robados desde el futuro por viajeros en el tiempo. Gente del futuro que tiene la capacidad de viajar a su antojo por el tiempo, pero que carece de ciertos objetos de uso cotidiamo, como pongamos por ejemplo el libro de Terry Pratchett que yo perdí anteayer y que estaba leyendo. Y no tienen el menor remilgo en viajar al pasado para robarlo ¿Que cómo lo sé? Pues muy sencillo. Porque en cuanto se invente el viaje en el tiempo de los cojones, lo primero que voy a hacer es viajar hasta anteayer y coger el dichoso libro de la mesilla en la que estoy totalmente seguro de que lo dejé...
7 comentarios:
Yo tenía una moto que dejé en la calle. ¿Qué pasó con ella? Estoy segura que no la metí en el bolsillo ni la subí a casa...
Qué desesperación cuando te borran el elemento y la memoria. Putos chorizos, joder!
¿Y lo de la patata no lo vio el enano que te hizo lonchas?
Yo creo que es cosa de España: hay bastantes casos de gente que tenía un contrato y les desapareció de la noche a la mañana. Misterios...
Yo rezo cada noche a San Torcuato Mártir para que se me pierda la edición de Rayuela que me estoy leyendo. Menudo tocho. Cortázar, ¡qué peñazo te sabías poner!. Pero claro, lo tengo que leer porque si no mis amigos guays seguirán pensando que soy un gañán, y eso sí que no.
Mi especialidad es perder el DNI, billetes de diez euros, papelitos con notas imprescindibles (tipo "dar de comer al pez") que guardo como tesoros arrugados en los pantalones y otras cosas menos tangibles, como la vergüenza.
Lo de tus llaves... ¿has mirado si te las has dejado puestas en la puerta, por fuera, como invitando a los albano-kosovares a visitarte en medio de la noche? ¿No? Ay, ay...
goodbye kitty: ay, con eso me has hecho pupita, que yo también tengo moto. Dolorrr...
Anónimo: bien visto eso. Pues la verdad es que no sé, supongo que sí pero le daba lo mismo.
Sr.Pérez: pues tengo un amigo que sostiene que Cortázar mola, pero yo no me lo he comido nunca, así que no sé. Te recomiendo leer cosas que te gusten, mucho mejor siempre.
Y no, las llaves eran un ejemplo. Lo que perdí era un libro. Lo encontré, pero si te digo la verdad, no recuerdo donde. Esta cabeza mía...
Este me encanta. Será que me siento identificada con los otros "genios despistados", jeje
Es un rasgo que compartimos todos los grandes pensadores: tú, yo, Pocoyó...
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